Se dice perseguido pero tiene los chats, correos, fotos y mensajes de texto, supuestamente, de agentes de la Secretaría Nacional de Inteligencia. Y no son pocos. De hecho, desde hace algún tiempo suelta datos de ese tipo en las redes sociales y sus simpatizantes se hacen eco de algo que podría constituir un delito grave. ¿Cómo obtiene un candidato tal cantidad de información aparentemente secreta, privada y confidencial? ¿Basta tener la inmunidad para entrar en los teléfonos, correos y mensajes de supuestos agentes? ¿O acaso hay un aparato paralelo, paramilitar o de agencias internacionales de espionaje a su servicio que vigilan a los funcionarios y autoridades públicas del Ecuador? ¿No hay una investigación en contra de Fernando Villavicencio (socio y camarada del candidato de CREO) por piratear los correos de las más altas autoridades del país? ¿Cómo es posible eso? Pues el domingo pasado en el programa Hora25 exhibió las pruebas y con ello ¿se autoinculpó en un delito tipificado en el Código Orgánico Integral Penal?Cada vez que el periodista le consultaba de dónde y cómo obtuvo esa información evadía con la consabida frase: “Deme un ratito, ya le explico”. Y nunca aclaró cómo un ciudadano y candidato que se dice perseguido y observado por los agentes de inteligencia tiene la información de ellos y de otras personas públicas. Si un personaje con aspiraciones presidenciales obtiene esa información y no la explica estamos ante una situación sumamente grave, que revela otros delitos y/o procedimientos oscuros, con fines protervos. Ya circuló en la primera vuelta un video donde se denunciaba que ese mismo candidato pinchaba los teléfonos y correos de su binomio, porque (según la denuncia) contrató los servicios de unos hackers para eso y como no les pagó hacían público su trabajo. Si eso es así, se entiende para qué contrató esos servicios. Por absoluta responsabilidad pública y  transparencia todos los ecuatorianos deberíamos saber qué aparato de espionaje está detrás de todo esto, porque no solo está en juego el prestigio de unas personas sino la misma seguridad del Estado. (O)