Quito.- Voces diversas, que son una especie de grito silencioso en la selva, son como el último recurso para su supervivencia. Así resume el libro El último grito del jaguar: memorias del I Congreso sobre pueblos indígenas aislados en la Amazonía ecuatoriana que aborda el tema de los pueblos en aislamiento. La historia de esa publicación se remonta a noviembre de 2016, cuando tres universidades, Católica, Andina y Flacso, unieron esfuerzos para estudiar la situación de esos pueblos en aislamiento. Más de 20 expositores de distintas áreas participaron en esa reflexión colectiva: académicos, misioneros, activistas, representantes del Estado y dirigentes waorani. Ese encuentro se convirtió en este libro, de 353 páginas, sobre los pueblos waorani, tagaeri y taromenani, sus territorios como garantía de supervivencia, las fronteras interétnicas y extractivas. También la ampliación de la frontera petrolera, las relaciones y presiones en la Amazonía. La publicación analiza la política pública, el diálogo en la franja de la diversidad y vida, los derechos y acciones legales en su defensa, las acciones ciudadanas y el Estado frente al genocidio. Además, hay una reflexión sobre los Yasunidos frente a esos pueblos en aislamiento y las políticas de protección en Ecuador. Pero, quizá, los capítulos testimoniales son los más emotivos: “Soy una mujer que nació en el Yasuní y queremos vivir en paz, como waorani”. Allí está la voz de Alicia Cawiya. Ella cuenta que le llevaron a la Asamblea y la engañaron. Su relato señala que Carlos Viteri, oficialista, le dijo: “Alicia, tienes que decir a todo que Sí. Pero qué voy a decir Sí, si mi pueblo está todo contaminado”, señala. En los últimos años creció la vulnerabilidad de los grupos o familias de los clanes tagaeri-taromenani en Ecuador. Eso ha significado dos grandes matanzas: en 2003 y en 2013 y una serie de enfrentamientos violentos que terminaron con la vida de campesinos, indígenas waorani y un número indeterminado de integrantes de esos clanes, dice la publicación. (I)