Hay muchos modos de exacerbar el ánimo social. Y ahora hay uno usado con intensidad: el acoso mediático, en redes sociales, y con ciertos comentarios en determinados programas de ‘opinión’. Ya son varias semanas de llamadas y mensajes amenazantes, violencia verbal y agresiones físicas. Todo eso sin descartar una campaña sostenida de desprestigio contra los medios públicos y sus periodistas, editores y reporteros. Y si se añaden los llamados a confesión judicial, con evidentes propósitos políticos, tenemos un panorama sumamente claro de lo que quieren hacer con nuestro país: convertirlo en un escenario de disputa violenta, de caos y desconcierto para cosechar votos bajo el argumento de que la violencia sale de un solo lado y ellos son las únicas víctimas. Siendo nada nuevo (por varios años hemos sido víctimas de amenazas) parecería que ahora se han confabulado para victimizarse, atacando, sentirse agredidos botando veneno en sus verbos y frases. Además, solo existe violencia, agresiones u ofensas cuando se trata de periodistas o medios privados. Cuando ocurre en los públicos esas organizaciones ‘defensoras’ de los derechos humanos desaparecen o se amordazan sin vergüenza alguna. En las primeras semanas de junio ya advertíamos que la violencia política con la que actúan ciertos grupos y actores políticos de la oposición no pararía. Se nota que están bien ‘fondeados’, además de bien asesorados, con una gama de opciones, que reproducen ese modelo de cierta oposición en Venezuela. Antes de esta coyuntura hemos soportado el acoso de actores políticos a los que no les gusta que un medio público publique investigaciones sobre las falencias de autoridades de los gobiernos locales. Por eso hay una demanda millonaria de un prefecto amazónico (el mismo que al minuto de denunciar el atentado contra este diario, reaccionó inculpando a las víctimas), llamados de confesión de aquellas personas que financian sus actividades políticas y mediáticas con fondos de potencias extranjeras; y, para variar, también esa campaña intensa de ofensas y desprestigio en las redes sociales donde abundan las injurias. Todos aquellos medios, periodistas y actores políticos que usan las redes para desprestigiar nuestro trabajo lo único que han fomentado es el odio, la venganza, la proliferación de agravios. A consecuencia de ello, sin lugar a dudas, han escogido a nuestro Diario para que sea el blanco de ataques vandálicos y terroristas. (O)