El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, denunció ayer que la cacería judicial de la cual es víctima hace dos años no busca condenarlo a él, sino al proyecto político que siempre representó. En su columna al diario Folha de Sao Paulo, el más vendido del país, Lula afirmó que los fiscales que lo acusan han mentido y no pueden volver atrás. “Mis acusadores saben que no robé, no fui corrompido ni intenté obstruir a la justicia, pero no lo pueden admitir. No pueden retroceder después de la masacre que promovieron en los medios. Se convirtieron en prisioneros de las mentiras que crearon, la mayor parte de las veces a partir de notas periodísticas facciosas y sin rigor. Están condenados a condenar y deben evaluar que, si no me detienen, serán ellos los desmoralizados ante la opinión pública”, sostuvo el exmandatario. Lula reitera asimismo que en más de 40 años de actuación pública su vida personal fue permanentemente escudriñada por los órganos de seguridad, sus adversarios políticos y la prensa y jamás encontraron un solo acto deshonesto de su parte. Lula, el presidente más popular de la historia de Brasil, se enfrenta a dos juicios por corrupción, en ambos casos por recibir presuntos pagos y favores de sendas constructoras y en el tercero por haber tratado de callar a un testigo que lo señala como uno de los cabecillas de la red que saqueó la petrolera estatal Petrobras durante al menos una década. El exmandatario (2003-2011) también es investigado por el Tribunal Supremo por su supuesta participación en los desvíos de fondos millonarios de la petrolera, pero en este caso no es considerado reo ni se le imputa ningún delito. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) rechaza todas las acusaciones y denuncia insistentemente que es blanco de una persecución por parte de los tribunales, con el objetivo de evitar que sea candidato presidencial en 2018. Vigilia En tanto militantes de la izquierda brasileña mantienen una vigilia ante los rumores de una posible detención del expresidente.   “No a la detención de Lula. Abajo el golpe”, dicen pancartas distribuidas por las principales ciudades del país desde el fin de semana pasado. También fueron colocados globos de color blanco en los árboles en representación simbólica de la paz y de los derechos que, según los organizadores de la concentración, pidió el exmandatario. El objetivo es blindar al expresidente y mostrar los músculos frente a las acusaciones de la fiscalía. Por eso, 700 manifestantes se congregaron frente al apartamento de Lula, en Sao Bernardo do Campo, Gran Sao Paulo, para hacer un cordón humano frente a un posible operativo policial. “Lula es víctima de una injusticia y persecución y vamos a defenderlo”, dijo un dirigente del Sindicato de Metalúrgicos, donde en los años 70 se formó como dirigente sindical el fundador del Partido de los Trabajadores. Montar guardia frente a su departamento en Sao Bernardo do Campo había comenzado por algunas personas autoconvocadas por Facebook. El cordón humano para “proteger” a Lula ocurre cuando en menos de dos meses tres jueces aceptaron las tres denuncias contra el exmandatario, movimientos que coincidieron con las elecciones municipales. El juez del escándalo de Petrobras, Sergio Moro procesó y juzgó a Lula en primera instancia al aceptar un pedido de la fiscalía que indica que el expresidente recibió de la empresa OAS un departamento frente al mar en el balneario de Guarujá, estado de San Pablo. El 4 de marzo pasado el juez Moro armó un show mediático para allanar el departamento en donde vivía y llevar al expresidente a un aeropuerto para interrogatorios de la Policía, aunque sin cargos, en la etapa de instrucción de este proceso que ahora sí está siendo juzgado. Según la expresidenta Dilma Rousseff  hay una búsqueda para intentar condenar a Lula rápidamente e inhabilitarlo para ser candidato presidencial en 2018. El blog de izquierdas del periodista Eduardo Guimaraes había anticipado que Moro prepara para esta semana su detención en el marco del “fin del Estado de derecho” en Brasil, lo que elevó la alarma de los movimientos sociales sobre el presidente más popular de la historia del país, según encuestas. “Desde 2014 yo defiendo que él vuelva en 2018. La oposición, pese al desgaste, teme que el ingeniero e hijo de una empleada doméstica pueda, junto con su legado y los 40 millones de personas que ascendieron socialmente, volver al poder. Por todo esto se da esta campaña”, dijo por su parte al canal Rede TV Rui Falcao, presidente del Partido de los Trabajadores. (I) DATOS El 10 de octubre la Fiscalía brasileña presentó cargos contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva por delitos de corrupción relacionados con supuestos contratos de una obra de infraestructura en Angola. La Policía Federal denunció al exmandatario por sospechas de haber beneficiado a un sobrino en millonarios contratos con Angola, y que Lula supuestamente aceptó el lujoso departamento a cambio de beneficiar a la constructora OAS con contratos de Petrobras. El 26 de agosto la Policía Federal de Brasil presentó cargos contra Lula da Silva por lavado de dinero y falsificación sobre la adquisición de un apartamento. Develado en 2014, el caso Petrobras ha puesto tras las rejas a empresarios, banqueros y dirigentes del PT y es un foco de tensión entre la clase política. (I)