Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) iniciaron ayer el proceso de desarme en los 26 campamentos donde se concentran unos 6.900 combatientes de esta guerrilla para su tránsito a la vida civil. El desarme de la guerrilla más antigua y poderosa de América Latina arrancó cuando 407 observadores internacionales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzaron en los campamentos la identificación y el registro de las armas de los insurgentes. “Hoy es un día histórico para el país: las FARC dicen #AdiósALasArmas, para cambiar la violencia por la reconciliación”, escribió el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en Twitter. Y el comandante en jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, quien se encuentra en La Habana, tuiteó: “Hoy es un día histórico, entregamos las armas a @ONU es para su destrucción. Verificada por @MisionONUCol”. Luego de que el armamento de las FARC quede registrado, los observadores de la ONU receptarán las armas cortas, los fusiles, las ametralladoras, los morteros, minas y explosivos de la guerrilla. El material inestable, como los artefactos explosivos, será destruido, según el protocolo que acordaron las partes, y el resto de armas se depositarán en contenedores de metal que ya llegaron a los campamentos y fueron importados por la ONU desde Italia. Los primeros guerrilleros que entregarán sus armas a los observadores serán los 322 miembros de las FARC que forman parte del Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V), instancia tripartita que además integran la ONU y el Gobierno colombiano. El registro de cada arma incluirá su tipo (escuadra, revólver, fusil), marca, modelo, calibre, número de serie y el nombre del guerrillero que la entrega. Cada arma será registrada en una ficha o formulario con un número de identificación y un código de barras. Sin reflectores El proceso de desarme de las FARC transcurrirá sin la presencia de medios de comunicación ya que esa guerrilla no quiere imágenes de combatientes entregando sus fusiles que se puedan interpretar como rendición. La dejación de armas, después de todo, es producto de negociación política entre dos adversarios que no lograron su objetivo en el terreno militar: ni el Estado colombiano pudo aniquilar a las FARC, ni este grupo insurgente logró tomarse el poder por la vía armada. El comandante guerrillero, Iván Márquez, dijo que el desarme es un asunto “que atañe exclusivamente a las FARC y a la ONU”. Esto quiere decir que en el proceso no intervendrá el Gobierno colombiano ni será abierto a la prensa. Los observadores de la ONU recibirán no solo las armas de los guerrilleros que están en los campamentos, sino también las de las milicias urbanas y rurales de las FARC, que fueron recibidas por la organización guerrillera antes de su traslado a las zonas de donde harán su tránsito a la vida civil. La fase de desarme que inició ayer terminará en los próximos días con la entrega del 30% del armamento de esta guerrilla. En abril, las FARC entregarán otro 30% de las armas y el restante 40% en mayo. A pesar del retraso de casi tres meses que sufrió la habilitación de los 26 campamentos, esa guerrilla y el Gobierno colombiano mantienen el compromiso de culminar el desarme el 1 de junio a más tardar. Es decir, 180 días después de la entrada en vigencia de los acuerdos de paz. Cultivos ilícitos Paralelamente al desarme, la Oficina del Comisionado de Paz ya firmó 1.200 resoluciones para amnistiar a igual número de guerrilleros que no tienen delitos graves, aunque son la Fiscalía y los tribunales de justicia los que deben culminar este trámite con la expedición de los certificados respectivos.   Como parte de la implementación de los acuerdos de paz, el Gobierno colombiano anunció ayer que ya son 62.500 familias campesinas las que han firmado acuerdos para sustituir plantaciones ilícitas de hoja de coca por cultivos lícitos. Estos convenios abarcan unas 47.500 hectáreas. Uno de los puntos del acuerdo de paz es sobre drogas ilícitas, cuyo componente central es la sustitución de cultivos ilícitos en las zonas golpeadas por el conflicto armado. Según estimaciones de la ONU, Colombia cerró 2015 con 96.000 hectáreas sembradas de hoja de coca, el 39% más que el año previo. El Gobierno colombiano estima que como resultado de los acuerdos de paz con las FARC y del programa de sustitución de cultivos ilícitos los sembradíos de hoja de coca se reducirán el próximo bienio entre el 70% y 90%. (I)