El aún comandante de la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Félix Antonio Muñoz Lascarro alias ‘Pastor Alape’, se alista para dar el paso a la vida política junto con sus compañeros en la guerra. El pasado 27 de junio, él y 6.956 excombatientes de ese grupo concentrados en 26 campamentos terminaron la entrega de su armamento individual a una misión de Naciones Unidas. Ese día, la que fue la insurgencia más antigua y poderosa de América Latina dejó de ser una guerrilla y Alape –uno de los siete integrantes del Secretariado de las FARC— dice en entrevista con EL TELÉGRAFO que con ese paso “hemos honrado nuestra palabra y Colombia terminó de darse cuenta de nuestro total compromiso con la paz”. De acuerdo con Alape, la comunidad internacional ha jugado un papel central en el proceso de paz en Colombia “y el aporte de Ecuador ha sido fundamental, tanto por los aportes del ex presidente Rafael Correa como por el respaldo que ha dado a los acuerdos y al diálogo con el ELN el presidente Lenín Moreno”. Las FARC sabemos, dice Alape, que “la paz colombiana va a seguir contando con Ecuador”. El mes próximo (agosto), las FARC realizarán el congreso fundacional de su partido político, con el cual harán su irrupción en la política institucional de Colombia. Esto ocurrirá a pesar de los obstáculos que enfrenta la implementación de los acuerdos de paz que esa exguerrilla firmó en noviembre pasado con el gobierno colombiano. El ultraderechista partido Centro Democrático, del expresidente y senador Álvaro Uribe y el derechista Cambio Radical, se han encargado de obstruir en el Congreso las leyes derivadas de los acuerdos de paz y aún están en la cárcel unos 2,400 excombatientes que debieron haber sido liberados mediante la ley de amnistía que está vigente desde hace seis meses. El Centro Democrático, incluso, amenaza con hacer ‘trizas’ los acuerdos de paz si gana los comicios presidenciales de 2018. ¿Qué tan graves son los embates que enfrentan los acuerdos de paz? La gravedad es alta porque hay un sector de la ultraderecha colombiana que ve en los acuerdos un riesgo al poder que ha ostentado históricamente. Este sector se siente amenazado por las transformaciones profundas que se verán en Colombia por los acuerdos de paz, tanto en el campo como en la inclusión política. ¿Este sector es tan poderoso como para revertir los acuerdos de paz? Nosotros no creemos eso, porque este acuerdo de paz es de la ciudadanía. Más allá de los poderes que han tratado de detener el avance de las fuerzas sociales durante la historia de Colombia, es la ciudadanía la que hoy está exigiendo las transformaciones sociales y políticas que están en los acuerdos. La mayor parte de la comunidad internacional también está vigilante de que se cumplan los acuerdos… Por supuesto. La comunidad internacional está acompañando con mucha determinación este proceso debido a que el objetivo es resolver el último conflicto armado que hay en Latinoamérica. Esto es muy importante cuando vemos el resquebrajamiento de muchos países en otras regiones por la guerra. Uno de esos apoyos ha sido Ecuador. No solo por el respaldo al proceso con las FARC sino porque ese país es sede y garante del diálogo de paz con el ELN, la otra guerrilla colombiana Ecuador ha estado apoyando el proceso de paz con las FARC y ha venido jugando un papel de estabilización en el continente. Sin duda ha desarrollado muchos esfuerzos para contribuir con la paz de Colombia. El hecho de que el territorio ecuatoriano sea escenario de la búsqueda de la paz con otra organización guerrillera (el ELN) es una muestra contundente de esto. ¿Esperan que este respaldo se mantenga con el presidente Lenín Moreno? Por supuesto, así lo ha dicho ya el presidente. Al mantener a su país como sede de los diálogos con el ELN, el presidente Lenín Moreno está reafirmando esa política de paz que ha tenido el gobierno ecuatoriano. Habrá sin duda una continuidad, los hechos lo están demostrando. ¿Los obstáculos que enfrenta la puesta en marcha de los acuerdos de paz son la expresión de las mismas fuerzas que históricamente se han opuesto a las demandas de transformación social? Es la expresión de una élite que no ha entendido que Colombia necesita urgentemente transformaciones sociales que le permitan alcanzar niveles de desarrollo para poder responder a las expectativas de la mayoría de la población y de enormes segmentos que han estado históricamente marginados. ¿Si en 2018 gana las elecciones presidenciales el Centro Democrático o el líder de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, el proceso de paz con las FARC correría peligro? La paz es un hecho irreversible. Las FARC estamos comprometidas con este proceso. Y lo que nos han transmitido muchos sectores políticos, económicos y sociales es que no van a pasar estas gentes en la próxima contienda electoral. Aquí va a triunfar la coherencia y va a triunfar la civilización por encima de la barbarie que representan sectores como el Centro Democrático.¿Para las FARC qué candidato garantizaría la continuidad de los acuerdos de paz? El abanico de precandidatos partidarios de la paz es hoy muy amplio. A medida que avance el debate político se irá viendo la evolución de estas candidaturas. Las FARC vamos a hacer un esfuerzo por la unidad de todos quienes respalden la paz. No hemos definido aún candidato, pero le vamos a apuntar a una candidatura que implique la paz y la ampliación de la democracia en Colombia. Las FARC tienen programado convertirse en un partido político legal en agosto. ¿Cómo va a ser ese paso? Nosotros siempre hemos estado estructurados como un partido marxista-leninista clandestino y en armas. Y en la legalidad vamos a plasmar nuestra propia experiencia, la experiencia de nuestros padres fundacionales y de los pensadores latinoamericanos. También va a generarse una relación más horizontal entre nosotros, propia de una acción en la legalidad, porque la clandestinidad exige más verticalidad. ¿Y qué ideario van a defender? La definición en detalle de los postulados la vamos a hacer en nuestro congreso constitutivo (en agosto), pero lo que plantearemos ahí, fundamentalmente, es mejorar las condiciones de vida de los colombianos en todos los sentidos, poner al ser humano en el centro de nuestra acción y generar una cultura civilizatoria, de preservación y cuidado de la vida. Queremos ser una fuerza renovada, a la altura del siglo XXI. ¿Una fuerza socialista? Socialista, por supuesto, y nos basaremos en los principios leninistas de nuestra organización, con una mayor amplitud. Y una fuerza bolivariana, latinoamericanista y anti-imperialista, que defenderá la supremacía del trabajo humano sobre el capital, la justicia social y las experiencias históricas colombianas y latinoamericanas. Ha sido muy enfático con el latinoamericanismo… Sí, porque no podemos partir de políticas eurocentristas cuando nosotros, los latinoamericanos, tenemos también una experiencia muy rica en construcción de sociedad. Y mucho de lo que nos ha ocurrido aquí ha sido por imposiciones, a través de la violencia, desde que llegaron los españoles y los ingleses. ¿Van a impulsar una política de alianzas con otras fuerzas de izquierda? Queremos contribuir con generar consensos y a articular iniciativas para poder establecer una gran convergencia de todas las fuerzas de izquierda y de todos los movimientos sociales y políticos que estén interesados en fortalecer la paz en Colombia. En el plano externo, ¿qué le pareció la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de dar marcha atrás en el proceso de apertura con Cuba? Es algo que va a agudizar más el debate interior en EE.UU. porque ahí hay sectores que no están de acuerdo con esa política aislacionista de su presidente. Lo que está haciendo es alejarse de la comunidad internacional. Se retiró del Acuerdo de París sobre medio ambiente y ahora cometió un gran error con Cuba. Trump, por cierto, se ha resistido a expresar su apoyo a los acuerdos de paz en Colombia… Se ve que hay todavía indecisiones de su reciente mandato, pero también hay un importante sector interno que no está de acuerdo con eso y que cuestiona esa falta de decisión frente a un aliado como ha sido Colombia. (I)