Sudamérica y la restauración conservadora

Se cumplieron 10 años del histórico “No” al ALCA en la ciudad argentina de Mar del Plata. Un hito que da nacimiento a la Patria Grande y a la unidad latinoamericana en este siglo XXI.

Recordar este acontecimiento después de una década donde la derecha ha resurgido en toda la región para terminar con el proyecto iniciado por Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Lula Da Silva y Tabaré Vázquez acompañados por el líder de la Revolución Cubana, el comandante Fidel Castro, como una señal del rumbo que debía tomar Nuestra América, nos coloca indefectiblemente en una encrucijada ante el avance de estos sectores que desde las urnas comenzaron a pergeñar la restauración conservadora.

Aquella jornada épica y colmada de gloria para América Latina parece debatirse entre los libros de historia y el presente combativo que marcan el derrotero a seguir de las democracias populares. ¿Qué nos queda de ese momento fundacional de nuestra historia? Las elecciones de este año en Argentina y Venezuela ponen de manifiesto este avance conservador y el peligro que significa una derrota después de más de una década de conquistas sociales y reivindicaciones populares.

Este escenario nos muestra con cierta fragilidad ante los constantes embates de los poderes concentrados, a su vez que esto ha generado un malestar social creciente en muchos sectores de la sociedad que optan por este tipo de alternativas, lo que exacerba el desgaste de los gobiernos populares. Sin embargo, el contexto está minado de incertidumbres.  

Paradójicamente este año donde celebramos el rechazo al ALCA, la derecha continental propone revivir el ALCA, pero esta vez desde la plataforma de libre comercio que propone el denominado “Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica”. La ambiciosa apuesta de EE.UU. que pone en riesgo, no solo la soberanía económica de la región sino de muchas latitudes del planeta donde el capital financiero transnacional se propone injerir sobre la autonomía de los Estados nacionales.

Ergo, esta es su visión, propia de los liberales que suspiran por la llegada del libre mercado.

El “No” al ALCA no fue una consigna, sino que significó el umbral de la independencia económica para la región que fue configurando un proyecto de integración continental que comenzó el 5 de noviembre de 2005 en la IV Cumbre de las Américas, donde Hugo Chávez, con un formidable discurso, decretaba la tumba del ALCA: “Hemos traído una pala (...) porque aquí en Mar del Plata está la tumba del ALCA”.

Esperemos que este grito de liberación siga haciendo eco en la memoria de nuestros pueblos y defiendan desde la democracia este proceso, porque ahí es donde se define el camino entre la emancipación o la dependencia. (O)