Rocío Valarezo: “Las aulas son mi real apostolado”
Pasaba desapercibida, su notoriedad en el pleno era casi nula. Y de pronto, como consecuencia de los vaivenes de los cabildeos políticos, fue colocándose como una pieza importante de la disputa parlamentaria, de la cual ha salido -hasta el momento- ilesa.
Más aún: sin mucho aspaviento, sin estar todos los días en los medios, menos aún protagonizar ningún escándalo, ahora ocupa la segunda vicepresidencia. Por todo eso, en su tierra es considerada una lideresa con mucho futuro político. Rocío Valarezo goza de la confianza del magisterio, de los líderes barriales y autoridades de Santa Rosa, en El Oro, de donde es oriunda.
Se graduó de licenciada en Ciencias de la Educación, especialidad Administración Educativa, en la Universidad de Guayaquil, luego de que desistió de sus estudios en la Facultad de Odontología de la Universidad Central del Ecuador, en Quito, por no adaptarse al clima y por prescripción médica.
La docencia siempre estuvo presente en su familia. Su madre (Esmeralda Ordóñez) fue una destacada maestra de primaria y su padre (Carlos Valarezo) es un reconocido personaje de Santa Rosa, con quien vive cuando no está en la capital.
Sus primeros pasos como maestra de primaria los dio en un centro educativo de la zona rural, antes de vincularse a la escuela fiscal Antonio José de Sucre, en Santa Rosa. Manuel Cáceres, director del centro de estudios, junto a otros profesores, recuerda que Valarezo siempre fue un “ejemplo de confianza, responsabilidad y puntualidad” dentro de la institución.
El docente rememora que la actual legisladora, desde su época de bachillerato, lideró los consejos estudiantiles y como docente luchó por los beneficios para el magisterio: “Como presidenta de la UNE cantonal consiguió la construcción del cuerpo de bóvedas en el cementerio general y parte de la construcción de la casa de los maestros”, asegura Cáceres.
El director confirma que la entidad a su cargo le otorgó a Valarezo una comisión de servicios mientras cumple el rol de asambleísta.
La misma legisladora confiesa que, apenas concluya con el encargo de su pueblo, retornará a las aulas, porque ese es su apostolado. Durante 28 años, su vida ha transcurrido al frente de una pizarra.
En la época universitaria, Valarezo fue coordinadora de la Facultad de Filosofía y Letras, en Machala. También se desempeñó como alterna del diputado Hugo Quevedo, del Partido Social Cristiano (PSC).
Luego se presentó para la reelección con el auspicio del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y, finalmente, en representación del Movimiento Autonómico Regional (MAR) ganó una curul en la Función Legislativa. El ser catalogada como independiente le ha facilitado “aliarse” con el oficialismo, otorgándole buenos resultados.
Durante el período 2009-2011 se desempeñó como la cuarta vocal del Consejo de Administración Legislativa (CAL) y para el período 2011-2013 la alianza política MAR-PAIS le permitió ocupar la segunda vicepresidencia. Desde este fortín piensa impulsar no solo los derechos de sus compañeros, sino las leyes que se derivan de la consulta popular y del propio quehacer legislativo.
Montgomery Sánchez, prefecto de El Oro, es considerado uno de sus mentores políticos. Sánchez es el máximo líder de MAR y quien defiende la ideología de cambio propuesto por el presidente de la República, Rafael Correa.
El mandatario seccional menciona que conoce a Valarezo desde hace 20 años y siempre la ha considerado una persona con talento para la política. Actitud que le permitió formar parte del Consejo Provincial de El Oro antes de ser asambleísta.
Y a pesar de que Valarezo mantiene una imagen reservada, dice ser siempre frontal y decidida en sus actuaciones y decisiones: “Jamás he fomentado el doble discurso, que en ciertos políticos es frecuente. Me he caracterizado por cumplir con mis ofrecimientos”. Por su condición de asambleísta le agrada asistir a eventos sociales y compartir con sus amistades las vivencias cotidianas.
Lo que más le disgusta es la injusticia, por eso realiza obra social en su natal Santa Rosa. Nunca se ha olvidado de sus estudiantes, compañeros e institución. Ha impulsado mejoras para el plantel donde ella es docente de planta.
Escucha toda clase de música, pero la que más disfruta es la nacional. Y, aunque no practica ningún deporte, recuerda que años atrás jugaba baloncesto.
Le agradan las mascotas, especialmente los perros. Pese a que en su tierra no puede tenerlos porque no hay nadie que se encargue de su cuidado, en Quito, en cambio, sus dos canes son su compañía.