Punto de vista
Cuando lo psicosocial se vuelve reaccionario
Hace poco tuve la oportunidad de leer el ‘Informe psicosocial en el caso Yasunidos’. Como académica, como ecuatoriana y como conocedora del tema psicosocial me sentí obligada a revisar con detenimiento dicho documento y a escribir este texto, que si bien lo critica duramente, su único fin es abrir un debate serio y clarificar de manera constructiva muchas de las aseveraciones vertidas en dicho documento. Para comenzar, debo decir que mi posición política es afín al gobierno actual, aunque he tomado distancia de ella en un ejercicio de objetividad. También debo confesar que me sentí profundamente frustrada al leer este informe. Primero porque noto con tristeza la marginalidad académica con la que se escribe y publica cualquier cosa en nuestro país. Segundo, inmensamente preocupada pues ‘lo psicosocial’, que es un campo de estudios complejo y que históricamente ha servido como instrumento liberador de los pueblos, paradójicamente es ahora usado como una etiqueta simplista para confundir y politizar de manera velada. Esto debido a que en el informe no figura la posición política y epistemológica desde la que se escribe, elemento básico en cualquier escrito social.
La incorporación de unas pocas citas de autores referentes clásicos en materia psicosocial no hace de este documento un informe de carácter psicosocial. Esto banaliza la verdadera investigación y campos de acción psicosociales. Además, las citas que se mencionan de estos autores hacen referencia a sus obras de 1988 y 1992 en los que se habla de represión, miedo, ruptura del tejido social, etc., en relación especialmente a contextos de conflicto armado interno y graves violaciones a los derechos humanos, como el de El Salvador y Guatemala de los 70 y 80. En el documento no se explica cómo dichos contextos tienen relación o comparación con el contexto político contemporáneo del Ecuador. Personalmente, considero que esto constituye igualmente una banalización de los hechos de violencia y crueldad que vivieron nuestros países en el pasado y una demonización del contexto ecuatoriano actual.
El informe adolece de sesgo en la mayoría de sus puntos. No es un informe que busque de manera clara adoptar una posición objetiva en su análisis. Su postura es parcializada y no ayuda a clarificar los distintos hechos y escenarios, sino que los confunde y al mismo tiempo politiza el debate de manera encubierta. El informe pretende convencer al lector de pensar dicotómicamente. Por un lado, el Gobierno es un ente represivo y violento. Por el otro, los Yasunidos son la expresión democrática de la sociedad civil organizada tras el noble motivo de defender la ecología, la vida y los pueblos indígenas. La realidad podría ser más compleja que esta simplificación absoluta.
Hay un ‘reciclaje’ grave de información. Los integrantes de Yasunidos afirman ciertas cosas, que son retomadas por la prensa, y esos recortes de prensa son usados como prueba de lo que Yasunidos dijo. En suma, lo que Yasunidos dijo se prueba con lo que Yasunidos dijo. Por otro lado, se hacen numerosas afirmaciones como si fueran hechos o realidades, pero no son más que opiniones personales o supuestos sin sustento o referencia de su contenido. No existe una sola línea explicativa sobre la metodología que se ha utilizado para la elaboración del informe. Se recogen testimonios anónimos, denominados informantes, y no se menciona de dónde salen estas personas, o cómo se las entrevista, en qué contextos, etc.
Estas críticas me llevan a concluir que el mal llamado ‘informe psicosocial’ del caso Yasunidos constituye básicamente una recopilación acrítica, indocumentada, no cotejada y subjetiva de hechos y posiciones de un grupo opositor al gobierno. No hay investigación que triangule y sustente la información recibida. No hay metodología investigativa. Como documento académico es seriamente cuestionable.