La comunidad Shuar comercializa carnes de animales en peligro extinción
En la reserva ecológica de los Shuar en Naranjal, provincia de Guayas, se vende a los turistas carne de guanta y armadillo, animales considerados, en el país, en peligro de extinción.
La comunidad está conformada por 21 familias (74 habitantes) de ellas el 70% se dedica al ecoturismo desde 2012.
Un 20% son estudiantes (escuelas, colegios y universidades) y el 10% son agricultores. Las actividades se desarrollan en 523 hectáreas de terreno, donde viven desde 1973.
En uno de los primeros comedores que se instalaron en la zona, trabaja el guayaquileño Erick Loor, quien se casó con una mujer de la comunidad. Él manifiesta que vender carne de armadillo es una forma de atraer a los turistas que llegan al balneario cautivados por las propiedades curativas de las aguas termales de las piscinas.
“La carne de este animal se ofrece en caldo y hornado pero lo que más gusta a los visitantes es el asado. Además, se cree que la grasa del armadillo sirve para curar el asma y la gripe. Creencias ancestrales de esta cultura”.
Loor cuenta que se los caza con machete o escopeta aunque en algunas ocasiones se los atrapa vivos y después se los sacrifica. Esto se lo hace siempre por las noches en sus madrigueras o con trampas. Otra forma de conseguir carne de este animal es por medio de las personas dedicadas a capturarlos. Ellos lo venden por $ 25 cada uno. Estos mamíferos pesan entre 10 a 15 libras y pueden medir de 40 a 60 cm.
“Un armadillo para el comedor puede representar en promedio de 10 a 15 platos. Se sirven con arroz, menestra, yuca y ensalada. Cuestan $ 5”.
El guayaquileño afirma que se aprovecha todo el animal. Con el carapacho se hace el charango —instrumento musical— caso contrario se lo diseca y se vende a los turistas como adorno. El precio bordea los $ 10 y $ 12 dependiendo del tamaño.
El guía turístico de la comunidad, Marco Lequi, afirma que se ofrece carne de guanta a pesar de ser un animal en peligro de extinción porque los turistas lo piden y porque es un atractivo adicional.
“Los armadillos paren hasta cuatro crías mientras que la guanta tiene una cría al año por eso en este sitio compramos la carne del animal a personas que cazan en otros lugares y que llegan a vender”.
Lequi reconoce que las ventas por seco de guanta son una tradición en este sitio y para las personas que tienen sus negocios de comida representa un ingreso adicional a su menú. El costo de un plato es de $ 7.
Marlon González, director del Área de Turismo del Municipio de Naranjal, en la última visita a la comunidad Shuar (hace 3 meses) hizo un llamado de atención para que no se siga con la caza de estas especies. El conversatorio no tuvo éxito.
“En la última visita se constató la venta ilegal de la carne de armadillo y se les pidió a los Shuar no continuar con esta práctica para evitar un daño ambiental”.
González reconoció que desde hace 6 meses se vende la carne de armadillo y aseguró que desconoce la comercialización de la carne de guanta.
“A estas personas se les advirtió que se les revocaría el permiso de funcionamiento de sus locales si continuaban con estas actividades ilegales. Esto se hizo en conjunto con la Comisaría Municipal Rural pero esto no ha funcionado”.
Para la bióloga Jéssica Mosquera, titular del Departamento de Medio Ambiente del Municipio de Naranjal, estas son acciones que atentan contra la delicada biodiversidad de la zona.
“Ya se han realizado denuncias al Ministerio del Ambiente sobre esta problemática y se ha comunicado a los habitantes del problema que acarrearán si continúan así, pero paran un tiempo y vuelven a lo mismo”.
Mosquera indicó que los comuneros pueden ser sancionados por la comercialización de vida silvestre de acuerdo al art. 78 de la Ley Forestal y de Conservación de Áreas Naturales con 1 a 10 salarios básicos.
“Los Shuar también pueden ser sometidos al art. 247 del código orgánico penal que pena los delitos contra la flora y fauna silvestre con 1 a 3 años de privación de libertad”, dijo la bióloga.
Las leyes ayudar a mermar el daño ambiental de esta zona de Ecuador, pero al final son los turistas los que negándose a consumir la carne de estos animales en peligro de extinción evitarán la caza y la desaparición de estas especies, destacó. (I)