La historia del ballet clásico en Guayaquil está íntimamente ligada a la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas. Pese a que el bailarín y coreógrafo francés, Raymond Maugé, estableció por dos ocasiones su escuela de ballet y danza española (desde 1935 al 39; y de 1940 hasta su muerte ocurrida al año siguiente), no fue sino hasta que la Casa de la Cultura creó, en 1948, la Escuela de Ballet, que este difícil y exigente arte tomó auge en el Puerto. Como refiere la exbailarina Esperanza Cruz. ‘El ballet cobró fuerza porque el propio Carlos Zevallos, quien fue el primer presidente del Núcleo, se ocupaba personalmente de atender todas las necesidades...Es que ese señor amaba el ballet...’ En sus inicios la entidad funcionaba como una academia que promovía cursos de danza clásica ‘a jóvenes de entre 15 a 20 años’; este rango de edad fue bajado a 12 y 15 años respectivamente, por Kitty Sakilarides, quien asumió la dirección en 1950. Ella logró darle una estructura a la entidad formando grupos de principiantes, intermedios y avanzados, creando además el primer cuerpo de baile de la Casa de la Cultura. Sin embargo, no fue sino hasta 1954, con la llegada de la maestra rusa Ileana Leonidoff, que el ballet en Guayaquil alcanzaría su época más productiva, dice Esperanza. La bailarina rusa llegó precedida de un currículum impresionante: fundadora de la Escuela de la Scala de Milán, había bailado en París con el gran Alexandre Volinine, partenaire de la gran Ana Pavlova. También fue directora de la Escuela de Danza del Teatro de la Ópera de Roma, entre otros logros. ‘Con Ileana al mando la Escuela dio un giro. Ella la estructuró como una compañía de ballet, conformando un cuerpo de baile con corifeos, solistas y primeras bailarinas’, recuerda Esperanza Cruz. La maestra logró dotar a Guayaquil de un verdadero cuerpo profesional de danza clásica. ‘En esa época estábamos considerados uno de los ballets más importantes de Sudamérica’, afirma Esperanza. Fueron parte del Gran Ballet de Guayaquil figuras como Noralma Vera y Vilma Pombar, quienes tuvieron luego una destacada carrera en el exterior. Noralma integró la famosa compañía parisina Les Ballets de France, de Janine Charrat. Mientras Vilma Pombar formó parte de Metropolitan Civic Ballet Company of Maryland. Ambas bailaron también en el Ballet Nacional de Cuba, dirigido por Alicia Alonso. También estaban Piero Jaramillo, Jorge Córdova, Julián Calderón, Sheyla Chávez, entre otros. La salida, en 1961, del presidente del Núcleo, y de la maestra Leonidoff al año siguiente, marcó el fin de una de las mejores épocas para el ballet guayaquileño, porque ellos le daban el impulso vital que este género artístico siempre necesita, indica Esperanza. En 1964, el doctor Jorge Pérez Concha, presidente de la Casa de la Cultura del Guayas, contrató a la maestra argentina Angélica Marini, para dirigir la Escuela. El Gran Ballet de Guayaquil continuó ofreciendo funciones en la ciudad y también en otros lugares del país. Sin embargo, junto a sus primeras figuras -Esperanza Cruz, Piero Jaramillo, Vilma Pombar, Sheyla Chávez, Jorge Córdova-, surgiría un nuevo grupo de jóvenes bailarines, integrado, entre otros, por Nora Guerrero, Isabel Huerta, Douglas López, Gonzalo Marín, Silvia Martínez, Patricia Montesinos. De este grupo, López logró despegar y consolidar una carrera desarrollada con mucho éxito, sobre todo en Europa. En la década del 70, López viajó a Alemania para integrarse al cuerpo de baile del Ballet de Dusseldorf. En 1975 se consagró como Primer Bailarín en el Ballet de Zagreb, en Yugoslavia. Pasó luego a París para una corta temporada con los ballets de Félix Blaska. De 1976 hasta 1978 fue primer bailarín en el Teatro Fenice, en Florencia. El Ballet de la Casa de la Cultura ofreció sus últimas presentaciones hasta finales de la década de los 70. En 1981, Douglas López, quien había retornado de Europa, fundó el Ballet Teatro Sudamericano junto a Yelena Marich. Al mismo tiempo que dirigía la Escuela de la Casa de la Cultura, hasta 1988. A partir de ese año creó el Ballet Concierto junto a Philip Beamish y Yelena Marich. Douglas falleció trágicamente en 1991. En la actualidad existen en Guayaquil varias escuelas de danza que se dedican básicamente a la enseñanza. Al respecto, Yelena Marich, actual directora de la Unidad de Danza ‘Esperanza Cruz’, de la Casa de la Cultura (ex Escuela de Ballet), indica que la ciudad no cuenta hoy con un cuerpo de baile profesional, con excepción del Ballet del Centro de Arte, que sí se ajusta a lo que significa una compañía de danza profesional, afirma. ‘Lo que hay son escuelas que, eventualmente, por fin de curso, o, en ciertas fechas, hacen presentaciones’, afirma. José Manners, bailarín y coordinador del Ballet del Teatro Centro de Arte, afirma que ‘nosotros somos el único cuerpo profesional de danza que existe hoy en Guayaquil, y los 14 integrantes ganamos un sueldo’. Este Ballet, dirigido por Jessica Abouganem, se dedica a todo género dancístico, no solo lo clásico. Justamente para el 23 de septiembre está prevista una función de danza contemporánea, informa Manners.