Si bien es cierto el capitalismo -como sistema y modo de pensar- valora el dinero como el factor principal para cualquier tarea, actividad o una simple ayuda, no deja de sorprender que se lo quiera camuflar con una muy marcada (pero al mismo tiempo sospechosa) forma de mostrar solidaridad, caridad o una beneficencia ‘pura’. Ahora esa misma corriente ideológica y política considera que la única forma de salir de la crisis, ocasionada por el fuerte sismo del pasado 16 de abril, sea declarar a las provincias de Manabí y Esmeraldas zonas francas, con cero impuestos, todas las garantías y libertades para la inversión y para la ejecución de obras. Todo eso huele a la necesidad de tener paraísos fiscales que ya sabemos qué son y a quiénes benefician directamente. Ya se han fijado unas normas y se espera la aprobación de un proyecto de ley para incentivar la reconstrucción favoreciendo al capital, la inversión y la producción. Sin embargo, está claro que, en el fondo, no se trata de resolver entre todos y con el menor costo social, sino de favorecer con esas ‘zonas francas’ a un capitalismo insolidario. (O)