Hay una campaña soterrada y abierta para desprestigiar al sistema de seguridad social público. Candidatos a la presidencia, asesores (entre ellos uno que otro periodista, periódico y entrevistador) y voceros del sector empresarial privado machacan todos los días el tema con un solo objetivo: privatizar el seguro social y sobre todo la atención médica pública. Ya lo intentaron con Sixto Durán Ballén, insistieron en la Constituyente de 1998 y en pedidos a la Corte Constitucional. En todos los casos la ciudadanía lo rechazó. Pero además ponen como ejemplo al modelo chileno sin decir que en ese país hay marchas y protestas que a veces llegan a más de un millón de personas reclamando seguridad social pública ante el fracaso e ineficiencia, sin descontar el manejo arbitrario, de los seguros privados de salud. Todo eso lo hacen porque están convencidos de que la salud no es un derecho sino un negocio y un negocio de alta rentabilidad económica, pero no social ni a favor de los más pobres y de las personas de la tercera edad. ¿Por qué el seguro privado sí le devuelve la plata cuando un paciente se trata en una clínica privada y no cuando es con un hospital público? (O)