Parece instalado un lugar común: las dificultades económicas, a causa de la caída de los precios de petróleo, solo se resolverían si se reduce el gasto público y no se aporta más al fisco (por supuesto, vía impuestos). Se ha convertido en un estribillo repetido sin criticidad alguna. La pregunta es si de verdad esa es la vía más adecuada o es la fórmula de siempre, de aquellos tiempos neoliberales, para resolver los problemas del sector privado y no de la sociedad en su conjunto. Hasta ahora parece ser lo segundo. Reducir el gasto fiscal implica (ya se ha dicho de todos los modos posibles) eliminar las partidas de decenas de miles de militares, policías, maestros y médicos que trabajan para los ecuatorianos de modo gratuito y para garantizar sus derechos elementales y los servicios básicos. Estos días han vuelto con mayor fuerza los voceros de las cámaras de la producción y sus analistas a invadir los espacios mediáticos con ese estribillo. Y si todo eso ocurriese, ¿quién brindaría gratuitamente la atención médica de millones de personas y la seguridad ciudadana? ¿La opción es privatizarlo todo de nuevo? (O)