Para salir del extractivismo, ¿es necesario más extractivismo?
Fue a inicios del siglo XX cuando Ecuador empezó a definir el modelo económico que le acompañaría hasta la actualidad, solo que ahora con menos fuerza, pues el actual gobierno ha puesto énfasis en impulsar una serie de políticas públicas para transformar la matriz productiva y energética que heredó desde ese entonces. Inclusive, el presidente Rafael Correa ha señalado que para salir de ese modelo, que es el extractivismo, se necesita del mismo: “Extractivismo para salir del extractivismo”, señaló en un enlace sabatino.
¿Pero cómo fue que nuestra economía llegó a depender tanto de lo que la naturaleza le podía ofrecer? La especialización de lo que conocemos como una economía primario agro-exportadora inició con fuerza cuando nos convertimos en el “gran cacao” (productores y exportadores intensivos de ese producto agrícola), después, vendría la recesión del mismo que, junto a la Gran Depresión de los años treinta, fue superada con un nuevo periodo de auge exportador: el bananero, el cual permitió la consecución de una serie de cambios esperados en la sociedad ecuatoriana. De igual forma, se produjo la crisis del banano, registrada en los años sesenta, pero que fue superada con otro boom exportador: el petrolero, a partir de 1972.
En esta fecha Ecuador ingresó de lleno en el mercado mundial. Sin embargo, esto se dio, como señala un analista, no porque se hubiera producido un cambio cualitativo en su condición de país exportador de materias primas, sino más bien por el creciente monto de ingresos producidos por las exportaciones petroleras (la explotación de crudo para esa fecha revitalizó la economía en términos financieros y energéticos; recordemos que las exportaciones crecieron de 199 millones de dólares en 1971 a 2.568 millones de dólares en 1981).
El problema con este modelo (además de las desastrosas consecuencias que provocó en términos culturales, territoriales y ambientales) es que, a pesar de los cuantiosos ingresos que generó, no logró combatir a la pobreza y se subyugó a los intereses de las compañías petroleras transnacionales.
Sin embargo, con un adecuado manejo de los ingresos y de la actividad petrolera, es posible una transición hacia una economía que deje de depender de los recursos naturales