En la base de datos del MSP hay 3.491 profesionales de la salud inscritos
Gonzalo Mendieta dejó su consultorio para ayudar a los damnificados de Chamanga
La voluntad de ayudar fue inmediata. Después de leer un comunicado del Ministerio de Salud (MSP) en el que se solicitaba el apoyo de médicos voluntarios (especialistas en traumatología, cirugía, terapia intensiva, atención de emergencia, enfermeras y auxiliares de enfermería) tomó sus cosas, algo de provisiones, algunos fármacos que tenía en su casa y salió hasta las instalaciones del MSP, en Quito.
Eran las 20:00 del sábado 16 de abril, una hora después del sismo de 7.8 grados que sacudió la Costa ecuatoriana y el emergenciólogo Gonzalo Mendieta ya estaba listo para acudir a las zonas afectadas. Regresó a su casa, pues la cartera de Salud indicó que la primera brigada saldría la mañana del domingo 17.
Y así fue, Mendieta llegó a Esmeraldas y sus alrededores. Durante 4 días el Centro Médico de Chamanga (localidad de la provincia verde) fue su casa y consultorio. “El primer día muchos pacientes requerían suturas, algunos tenían fracturas graves. No nos abastecíamos”. Fue ahí cuando de inmediato salió la segunda brigada.
Antes de subirse a un avión que aterrizó en la base de Manta a las 03:00 del lunes 18 de abril con 140 galenos, el médico general José Puruncajas terminó su turno en el hospital de Calderón a las 20:00. En esa casa de salud se organizaron para unirse a la segunda brigada del MSP. El equipo se dividió en la estación aérea y Puruncajas junto a otros 10 doctores, psicólogos, socorristas y enfermeros viajaron hasta el hospital Verdi Cevallos de Portoviejo y luego a San Jacinto.
Los equipos se organizaron por grupos; unos daban asistencia en el campamento levantado y otros realizaban trabajo de campo en las comunidades aledañas.
Mientras Mendieta atiende y se familiariza con los pobladores de Chamanga -quienes lo bautizaron como ‘doctorcito gato’, por el color de sus ojos-, otros 6 médicos realizaban consultas generales.
El sábado 22 a las 10:30 arribó hasta esa comuna un grupo de voluntarios que se organizaron en Quito para brindar ayuda. Ellos transportaron un tráiler de cerca de 50 toneladas. En el grupo también viajó el anestesiólogo Raúl Castillo y la ginecóloga Verónica Gaybor. Ambos se graduaron en Cuba y en diciembre pasado retornaron al país.
Gaybor comentó que tratar a las mujeres embarazadas es clave. Ellas son parte de las prioridades, pues deben alimentarse bien y permanecer en zonas seguras.
Shirley Delgado tiene 20 años y 36 semanas de embarazo. Luce un vestido rosa con flecos, como aquellos que se ven en las bodas o en los eventos sociales. La prenda, además de ser parte de las donaciones, también fue el único vestido amplio desde la cintura hacia abajo que se amoldó a su pronunciado vientre.
La joven se acerca a Gaybor, tiene molestias: su cadera le duele y las náuseas características de los primeros meses de embarazo volvieron. La médica le pregunta si está comiendo bien y la respuesta es: “Lo que hay, doctorita. Ahorita, puro atún” (sonríe y se da un pequeño masaje en su vientre). Gaybor la conduce hasta una improvisada camilla y la revisa. Al parecer todo está bien. La sugerencia de la ginecóloga es que permanezca cerca de los sitios en los que hay ayuda. El pedido se complica, pues Delgado vive en Bolívar, una comunidad a 30 minutos de Chamanga que no cuenta con un centro de salud. Cuando la gente requiere atención médica o realizar algún trámite, debe cruzar el río en lancha, caminar 10 minutos y llegar a la carretera que va a Muisne.
La joven del vestido rosa se quedará en la casa de unos tíos que viven Limón (a 10 minutos de Chamanga). Aún no sabe qué nombre le dará a la niña que nacerá en estos días, pero su madre, quien la acompañó, hizo una promesa: “si mi nieta nace bien y mi hija está con salud, veré que le pongan el nombre de la Virgen a la criatura”.
La fila de pacientes avanza, Carrillo explica que en este tipo de emergencias la situación epidemiológica se concentra en la presencia de infecciones de trasmisión respiratoria, como la gripe. También se presentan numerosos casos de escabiosis (afecciones en la piel), estos ocurre por la falta de saneamiento básico.
Carrillo y Gaybor indican que en ese centro de salud hay gran cantidad de fármacos que la gente ha donado. Recalcan que para la distribución se requiere la presencia constante de médicos. El Sol deja de alumbrar las calles de Chamanga, algunas gotas de lluvia caen. Son las 20:00 del sábado y los galenos que viajaron con el grupo de voluntarios empiezan su retirada. Esa noche durmieron en Muisne y el último domingo retornaron a Quito.
Mientras el trabajo en base se enfoca a la atención por consultas, quienes salen a recorrer las comunas, como Puruncajas, brindan atención ambulatoria. Llevan un equipo de sutura, de curación, gasas, yeso, analgésicos y antibióticos.
Los galenos concuerdan en que uno de los incentivos antes de iniciar su carrera profesional fue ayudar a la gente que más necesita. Ahora que ya lo son, ese principio se aviva todos los días que trabajan en las zonas afectadas. (I)
Durante el viaje a Chamanga, un equipo de médicos del Club de Leones de Quito atendió casos que se presentaron a lo largo de la vía. Foto: Amanda Granda/ El Telégrafo