Entrevista / Andrés Arauz / Ministro Coordinador de Conocimiento y Talento Humano
"El momento es propicio para articular la arquitectura financiera regional"
A propósito de la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), que tendrá lugar el 27 de enero en Ecuador, el ministro Coordinador de Conocimiento y Talento Humano, Andrés Arauz, quien es también miembro del directorio ejecutivo del Banco del Sur, explica la urgencia de crear una nueva institucionalidad financiera regional.
¿Qué falta para concretar el Banco del Sur?
El acta fundacional suscrita en 2009 ha sido ratificada por 5 de los 7 países. Todavía no lo hacen Brasil y Paraguay. Sin embargo, los grupos de trabajo han preparado todas las normas, reglamentos, procesos y documentos necesarios para que el Banco opere apenas exista la decisión política de inyectarle capital.
Hasta el momento, ¿no se ha capitalizado al Banco?
No, a pesar de que, según los cronogramas acordados, Ecuador ya separó el monto requerido en una cuenta especifica que está a nombre del Banco del Sur. Sin embargo, según el mecanismo operativo, no hay a quién depositar esos recursos mientras no lo hagan los demás países. A lo largo de 10 años, a Ecuador, le corresponde aportar con $ 400 millones. De los $ 40 millones correspondientes al primer año, el país ya separó $ 4 millones en 10 cuotas.
¿Qué país podría aportar capital?
De manera verbal o escrita, todos los países han manifestado su compromiso de aporte. De hecho, tiempo atrás, Argentina, Ecuador, Venezuela y Bolivia mandaron una comunicación a todos los países.
¿Existe una fecha límite?
Lamentablemente, ya se cumplieron las fechas límites establecidas en el convenio constitutivo del Banco del Sur. Estamos en una especie de ‘vacío’ dado que los países han incumplido. Aspiramos a que, en la próxima cumbre de Celac, los países miembros tomemos en serio el convenio suscrito y aportemos.
¿Cuál es la diferencia entre el Banco del Sur y el Fondo del Sur?
El Banco del Sur es una institución de desarrollo que no financiará iniciativas locales sino proyectos regionales que permitan a Sudamérica dar un salto cualitativo. Entre aquellos, por ejemplo, estarían el tren sudamericano, la fibra óptica sudamericana y una red de silos sudamericana. Por su parte, el Fondo es una instancia para manejar conjuntamente las reservas de liquidez de los países.
¿Cuál sería el beneficio del Fondo?
Si cada país tiene sus fondos de reserva de manera separada, va a necesitar ahorrar más que lo que necesitaría si existiese un fondo común. Además, cada país tiende a depositar sus fondos en Estados Unidos o en Suiza. Con el Fondo del Sur, una parte de esas reservas podrían depositarse en la región, dinamizando su sistema financiero y ampliando el crédito. Los países latinoamericanos tienen reservas y depósitos líquidos que llegan a $ 1.034.005 millones pero que están depositados en el resto del mundo.
En un año en el cual los países latinoamericanos atraviesan por una crisis económica, ¿es viable que el Banco y el Fondo del Sur comiencen operaciones?
Justamente, estas coyunturas ameritan acciones coordinadas y concertadas. Todos los países están pasando una situación crítica. La peor solución sería imaginar que la salida es la devaluación individual de las monedas. Está demostrado por varias experiencias históricas que las carreras devaluatorias generan una profundización de cualquier fuerza recesiva e inclusive la paralización del comercio interregional. Por ello, no basta lo que cada país pueda hacer individualmente sino que se requieren alternativas compartidas. Los montos necesarios para constituir aquellos instrumentos no son altos y son manejables para el tamaño de nuestras economías incluso la situación actual.
El Banco del Sur, ¿qué elementos virtuosos podría generar?
Primero, emitir una señal clara al mundo de que Sudamérica ha decidido construir su propio instrumento financiero en el marco de una nueva arquitectura y a través de este mecanismos nos vamos a relacionar con las grandes potencias, los Brics y Estados Unidos. Segundo, utilizar el ahorro regional para desencadenar procesos que generen alternativas a las devaluaciones y a los precios bajos de los productos básicos.
A corto plazo, ¿se podría esperar voluntad política de Argentina y Colombia?
Por supuesto. La propuesta de una nueva arquitectura financiera regional va más allá de las posturas ideológicas y versa sobre elementos concretos relacionados con infraestructura, energía, reducción de importaciones, optimización de reservas, reducción de la dependencia de flujos extra regionales. Estos elementos contribuirían con soluciones pragmáticas para mantener el nivel de actividad económica en la región y este objetivo va más allá del signo ideológico de los países. Tanto es así que Paraguay entró al Banco del Sur durante el gobierno de derecha de Nicanor Duarte.
Muy probablemente, el dólar seguirá apreciándose y, en Estados Unidos, las tasas de interés aumentarán. Ante estas tendencias, ¿existen incentivos para que los países latinoamericanos depositen recursos en el Banco del Sur?
La rentabilidad que podría obtenerse mediante especulación, o invirtiendo con bajo riesgo en bonos estadounidenses, no representará ni una ínfima parte de la rentabilidad que se obtendría al invertir esos dineros en Sudamérica. Esto lo han demostrado los propios capitales del Norte que han apreciado que sus mayores posibilidades de rentabilidad provienen de invertir en los mercados emergentes y no en ciertos países desarrollados que incluso llegaron a tener tasas de interés negativas. Por otra parte, no creo que ningún Banco Central mantenga sus recursos en los países del Norte debido a las tasas de interés. Históricamente, lo han hecho debido a una serie de constructos en virtud de los cuales los países reciben calificación AAA si depositan sus recursos allá. Pero, desde 2008, se evidencia una transformación en el sistema financiero internacional. Ahora tenemos swaps con China, Ucrania, Bielorrusia, Argentina o Brasil. Si se analizan los cambios emanados del nacimiento del ‘Nuevo Banco de Desarrollo de los Brics’ y del ‘Banco Asiático de Inversión en Infraestructura’, así como si se observa el absurdo manejo de la mafia de Wall Street, se vuelve claro que es el momento de articular una arquitectura financiera propia en el Sur.
Si no sucede así, ¿qué prevé?
En lugar de mantener una actitud de víctima frente a la crisis internacional o a las dificultades económicas de cada país, nuestros pueblos deben apreciar un proceso de carácter global que solo podremos enfrentar con éxito desde dimensiones regionales. Si no aprovechamos la oportunidad que nos ofrece la situación mundial para sacar adelante a las iniciativas financieras regionales, vamos a perderlas definitivamente y tendremos que enfrentar sin ellas una ola recesiva que podría durar 2 décadas. (I)