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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El debate sobre el modelo para Ecuador abre una campaña sin candidatos aún

Mauricio Pozo (i), Ramiro González (c) y Alberto Dahik mientras se alistaban para el debate antes de la llegada del presidente Rafael Correa. Foto: Fernando Sandoval/El Telégrafo
Mauricio Pozo (i), Ramiro González (c) y Alberto Dahik mientras se alistaban para el debate antes de la llegada del presidente Rafael Correa. Foto: Fernando Sandoval/El Telégrafo
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A los 49 minutos de concluido el debate económico, en el set solo quedaban los estudiantes de economía, el personal de seguridad, asesores de la presidencia, cuatro ministros, técnicos de GamaTV y el primer mandatario, Rafael Correa. Entre las once de la noche y las once y cincuenta, el Presidente autografió su libro a los alumnos que presenciaron el debate en las instalaciones del canal incautado. Y también les explicó conceptos y absolvió algunas de sus dudas. Al despedirse, su rostro revelaba agotamiento y al mismo tiempo satisfacción por las dos horas de debate en las que concentró mayor atención por parte de los participantes. Tanto que Alberto Dahik apenas si probó agua; Ramiro González, en cambio, se terminó la botella, y Mauricio Pozo dejó una cuarta parte. Fausto Herrera y Patricio Rivera tomaron escasos sorbos.

Todos ellos concentraron su participación sobre las respuestas de Correa: Dahik solo llevó una carpeta y su BlackBerry fue la libreta de notas de donde extrajo preguntas y revisó cifras y estadísticas. González tenía su tablet como referencia, pero había preparado cuadros para mostrarlos a la pantalla antes que a sus contertulios. Pozo se mantuvo sereno y miró todo el tiempo a los ojos del Presidente. Solo cuando intervenía miraba sus papeles para sustentar sus tesis. En la mesa colocó dos tomos de un libro de su autoría que al parecer iba a entregar al Primer Mandatario.

Correa tomó dos vasos de agua y un jarro de café. Tenía varias carpetas y una pantalla a su costado derecho para revisar los PowerPoint. Después de la primera hora del debate su frente empezó a sudar, sobre todo cuando ocurrió el ‘tú a tú’ con González. Se notaba su sofocamiento.

Mientras tanto, el rating de los canales que transmitían el debate subía de 12.5 de la primera hora, en promedio, a picos de 16 en Guayaquil y 17 en Quito. Al parecer había empezado la campaña electoral de 2017 sin candidatos a la presidencia aún. Casi como cuando Rafael Correa, en calidad de analista, enfrentaba al mismo Mauricio Pozo en las radios de la capital durante 2005, antes de ser ministro de Finanzas de Alfredo Palacio.

A la entrada al set quizá ya hubo un primer indicio de lo que sería el ‘duelo’ con González: el Presidente saludó con afecto y una amplia sonrisa a Dahik, pero fue parco con González. Con Pozo intercambió dos o tres palabras e inmediatamente tomó su lugar en el costado izquierdo del set.   

Mientras escuchaba la presentación de Rodolfo Muñoz, miraba al techo y a ratos observaba con atención a Dahik. Todos, en silencio, tomaron aire y se prepararon para lo que sería un acontecimiento que en mucho tiempo no se observaba en Ecuador: dos visiones ideológicas sobre la economía frente a frente, con los datos de la realidad en medio y con determinados pullazos sobre el pasado de cada uno y las responsabilidades de cada quien en sus respectivos cargos y funciones.

Claro, vistas así las cosas, como el escenario planteado por los participantes del debate, es evidente que la campaña presidencial empezó con anticipación, sobre todo para fijar en qué modelo económico quiere vivir cada una de esas visiones, las dificultades para cada sector y el sentido popular o neoliberal que se quiera imponer para superar la caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar (o el excesivo gasto público, como dijeron Pozo y Dahik).

Y si este es el inicio de la campaña, González empezó mal. No solo que tuvo poca lucidez para hablar de economía sino que quiso sacar cuñas del mismo palo para enfrentar al titular del gabinete del que formó parte. Según la reacción de las redes sociales el máximo dirigente de Avanza se mostró como un aliado que quiere tomar distancia, pero a las malas.

No hay duda de que hubo un alto componente técnico en las exposiciones, pero además con un elevado sentido político. Quien más tomó nota de lo que decían sus adversarios fue el propio Correa: no pasó ni un minuto desde que empezó a hablar Dahik y ya apuntó en sus papeles. Apenas expuso González su primera idea, y quiso interrumpirlo. Cuando Pozo desarrollaba su exposición, revisó sus papeles para buscar los cuadros que luego exhibiría para replicar cada una de sus afirmaciones.

Mientras tanto, en el auditorio, donde estaban un asambleísta de Avanza, otro de PAIS y el alcalde de Esmeraldas, el hermano de Dahik, el presidente del Colegio de Economistas de Pichincha, una media docena de ministros, dos o tres periodistas invitados de los medios públicos y uno que otro desconocido, colado o invitado, el silencio era absoluto.

La tensión finalmente bajó cuando adquirió ribetes de alto tono verbal el ‘tú a tú’ entre González y Correa y, con buen   humor, el Presidente recordó cuando el socialdemócrata decía que no se presentaría a la presidencia si Correa se postulaba a la reelección. La cara de González se contrajo.

Tras el debate, la despedida más cordial se dio entre Correa y Pozo. Un casi abrazo y una sonrisa sellaron la noche que en Quito marcaba los 10 grados. (O)       

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