Una sola pastilla puede amenazar la vida de un niño si este la ingiere de forma accidental. Aunque el hogar es, en principio, un entorno seguro para los menores, es en este ambiente donde ocurre la mayor parte de intoxicaciones por la ingesta de medicamentos. La intoxicación, por supuesto, depende de la dosis, de la sustancia y de la masa corporal del paciente, pero los infantes son especialmente vulnerables, porque su organismo está todavía en formación. Según lo revela un estudio de la Asociación Latinoamericana de Pediatría, las intoxicaciones son más frecuentes en los niños con edades comprendidas entre 1 y 5 años. En esta etapa de su vida demuestran una gran curiosidad por explorar su entorno más próximo. Es, precisamente, por este deseo —casi incontrolable— por investigar que los niños toman medicamentos u otras sustancias químicas que están a su alcance para probarlos y terminan intoxicados. Aunque resulta difícil determinar la cantidad de fármacos que cada familia tiene en su casa, la mayoría acostumbra guardar los medicamentos en el baño o en el velador del dormitorio. En muchos casos, tienen pastillas para el dolor de cabeza y medicamentos para problemas estomacales que mantienen por meses por si se presenta alguna emergencia. Según un informe publicado en la revista Mi Pediatra, la aspirina es una de las causas más frecuentes de intoxicación en niños y adultos en todo el mundo. En Estados Unidos, cada año, se reportan alrededor de 10 mil casos de intoxicación por aspirina, lo que obedece a la ingesta accidental o bien a una sobredosis. El grupo etario más comprometido se ubica entre los 12 meses y los 5 años, con el 45% de los casos, y sobresalen levemente los pacientes de sexo masculino. De acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), la intoxicación por acetaminofeno es una de las principales causas de sobredosis accidentales con medicamentos en los menores. Por esta razón, para reducir los potenciales riesgos, la FDA solicitó a los fabricantes de fármacos incluir una característica de seguridad en las botellas que elaboran para los medicamentos líquidos creados para bebés y niños que contienen acetaminofeno. Aunque esta sustancia es segura en las dosis recomendadas, ingerirlo en exceso puede provocar daño hepático grave e incluso, en raras ocasiones, la muerte. Para muchos bebés y niños, tomar un medicamento líquido que huele y sabe como un caramelo puede ser tentador cuando la persona que los cuida se distrae. Por este motivo, para evitar que un flujo libre de acetaminofeno líquido salga de la botella, los fabricantes de medicamentos pueden utilizar un dispositivo conocido como limitador de flujo. El mecanismo de seguridad, según lo explica la FDA, se coloca en el cuello de la botella para que sea más difícil que los niños beban o succionen el contenido líquido. Según Rocío del Pilar Panchi, pediatra ecuatoriana, las intoxicaciones con medicamentos en los niños son más frecuentes de lo que se piensa. “Cuando los padres de familia acuden a mi consultorio con sus niños enfermos, siempre les recomiendo que los fármacos que les prescribo los ubiquen lejos de ellos, porque las sustancias que contienen son peligrosas para su salud". La especialista indica además que los infantes tienen una preferencia especial por los jarabes, porque son dulces y son los que más toman cuando están enfermos. Cuando Panchi trabajó en un hospital de Quito, trató por intoxicación con medicamentos a muchos infantes y el tratamiento dependía de la cantidad de fármaco ingerida, el peso del niño y la edad. En ocasiones, se volvía necesario realizar un lavado de estómago y en otros se aconsejaba una hiperhidratación para que evacúen las sustancias a través de la orina. Según la doctora, es necesario que los padres lleven al médico la sustancia ingerida por el pequeño para que el especialista conozca el tipo de tóxico que tomó y así aplicar un mejor tratamiento. Hay casos —precisa Panchi— en que los niños ingieren cloro, porque en sus casas, estos productos de limpieza están a su alcance. “Cuando los niños toman este producto tóxico, es necesario actuar de manera inmediata; he visto que llegan al hospital niños con un severo deterioro de la conciencia”. El paciente intoxicado requiere una serie de cuidados, como soporte vital, tratamiento general de la intoxicación y tratamiento específico (administración de antibióticos). El objetivo es impedir, a toda costa, la absorción del tóxico y favorecer su eliminación. Por su composición química, los medicamentos y otras sustancias químicas contenidas, principalmente en productos de limpieza dañan, de forma considerable, los tejidos con los que entran en contacto. Panchi sugiere que aunque la situación se torne complicada, los padres no deben perder la calma, y si su niño está consciente, hay que investigar qué sustancia ingirió. Entre tanto, para la pediatra ecuatoriana Mónica Unda, el 90% de los accidentes ocurre en casa, particularmente en la cocina y en el baño. “En los niños muy pequeños, el sistema psicomotor no está tan desarrollado, por lo tanto exploran con la boca, por eso hay que evitar dejar sustancias tóxicas cerca de ellos”, explica. Según Unda, la ingesta de cloro puede provocar quemaduras en el tracto digestivo que pueden ser muy severas y que obligan a realizar diversos exámenes, como endoscopías. “En muchos casos, la presencia de cloro en el organismo de los menores puede convertirse en una emergencia médica". Aunque lo más adecuado es comunicarse con el pediatra de cabecera, Unda recomienda leer siempre la etiqueta de los productos, porque en muchas de ellas aparece la descripción del producto y eso contempla además qué se puede hacer en caso de haber ingerido el químico. Esta especialista señala, además, que la gente suele pensar que la causa de las intoxicaciones en los niños únicamente proviene de los productos de uso doméstico o los medicamentos pero, hay plantas al interior de casa que pueden producir severas intoxicaciones. Un ejemplo es el de las plantas típicas de la época de Navidad, como el acebo cuyo fruto suele  producir vómitos, diarrea y hasta la muerte, o la flor de pascua cuya savia es irritante para las mucosas y si se ingiere produce daños en el sistema nervioso.