Siguiente Round: Cuando los golpes cambian vidas
Anthony llegó al gimnasio de Yecson ‘El Destructor’ Preciado hace un año. Había tenido una batalla campal a piedrazos con Pachín, uno de los chicos de la Isla Trinitaria con los que el profesor Preciado empezó su semillero de boxeadores. Ambos de origen afro, con el cabello enrollado, labios gruesos, de un metro sesenta y un poco más, y mirada penetrante, se enfrentaban por un breve intercambio de palabras en la calle. Concluida la batalla, Anthony fue al gimnasio con un reclamo: “Oye, boxeador, entrena bien a tus muchachos. Yo -dijo Anthony inflando el pecho- le pegué a uno de los tuyos”. Preciado contestó sin pensar demasiado: “Le pegaste porque estaba en la calle, en el ring él te pega a ti”. Lo estaba persuadiendo para subir al cuadrilátero. Anthony aceptó el desafío. “Pero para pelear en el ring tienes que entrenar un par de semanas, así entenderás las reglas”, le atinó Preciado.
Lo que empezó como una pelea en la calle pasó al cuadrilátero. Anthony se quedó entrenando y, en octubre -tras ser seleccionado junto a otros cinco boxeadores de la escuela de Preciado para representar a Guayas en los Juegos Nacionales de menores-, quedó campeón de su categoría entre todos los competidores del país. Su antiguo rival ahora es su amigo y como él, uno de los protagonistas que está en el documental Siguiente Round.
Hace más de un año la familia de ‘El Destructor’ Preciado fue notificada junto a otros 40 hogares de un desalojo, encabezado por la Secretaría Técnica de Prevención de Asentamientos Humanos Irregulares. Al igual que la vivienda de Preciado, las construcciones estaban próximas a la Reserva de Manglares El Salado, una zona que el Gobierno Nacional busca recuperar y proteger dentro de su proyecto Guayaquil Ecológico.
Preciado vencía la tensión de algunos adolescentes del sector por el desalojo con clases de boxeo, deporte que aprendió en la Tola, en Quito, donde vivió una buena parte de su vida. Allí ganó el apodo de ‘El Destructor’. A Guayaquil llegó hace quince años. Hace diez vive en la Cooperativa Mélida Toral y, desde 2007, no boxeaba, pero quería enseñar a hacerlo.
“Yecson realmente tenía ese sueño. Nunca había vivido un golpe lo suficientemente fuerte que lo lleve a hacerlo realidad. Ver el barrio desalojarse fue un detonante. Él entrenaba a pocos chicos en la sala de su casa y con el desalojo empezó a entrenar a más muchachos para distraerlos. Hay una relación simbiótica de ambas cosas, vio que entraron las cámaras y pudo contar su historia”, dice Ernesto Yturralde. Este realizador audiovisual guayaquileño conoció a Preciado a través de la campaña #TrinitariaenPaz y, desde entonces, empezó a documentarlo de cerca, junto al fotógrafo Andrés Loor. Cuando no hay trabajo de oficina están en la casa de Preciado. En el barrio ya todos están alertados de quiénes son.
Preciado no fue desalojado, empezó el semillero ‘Trinibox’, un gimnasio con apoyo del Ministerio de Deporte. En agosto, en el taller de cine que dictó el cineasta y periodista español Carles Bosch, la producción de Siguiente Round pasó a una siguiente etapa. Con Valeria Suárez como productora marcaron una hoja de ruta para los rodajes y la búsqueda de financiamiento, que entre los distintos presupuestos que han diseñado está en $ 150.000.
El proceso culminaría este año, con los Juegos Nacionales y se estrenaría en salas y festivales en 2017. Con Siguiente Round se han topado con quienes conviven en el barrio, personajes que tienen su propio proceso de sobrevivencia como Jackson Jickson, un músico, actor y ahora productor audiovisual que recorre la ciudad vendiendo su trabajo en DVD. Su última película, Una noche sin sueño, se vende con el teaser de Siguiente Round. La realización de este documental, además, ha decidido incorporar los relatos de estos otros personajes bajo la consigna de que allí “hay más historias”, cuenta Suárez.
“El boxeo es para gente furiosa”, repite Preciado. “Él dice que los muchachos de la Trinitaria pelean de otra manera. No pelean por una medalla. Se suben al ring con otra fuerza. Tienen un orgullo de haber sido malandros de barrio. Si les preguntas ahora a uno de los que va a los Juegos Nacionales qué tal les fue en el sparring pasado te dicen: fácil, me tocó puro blanco. Están convencidos de que si el otro no es negro es más fácil”, dice Suárez.
Suárez agrega que los boxeadores de Preciado -todos adolescentes que bordean los 14 años- están acostumbrados a recibir golpes, “tal vez otro tipo de golpes: con quienes se pelean en la calle, en otros niveles con sus familias. No tienen miedo. Ellos están listos para lo que sea”.
En Siguiente Round los realizadores han logrado recorrer de cerca el legado de Preciado en la Trinitaria. Más que un profesor, Preciado se ha convertido en un agente de cambio. Él busca a sus alumnos, los saca de la calle, los convence para entrenar. Cuando ya están en el ring los anima para seguir. Si faltan los busca, si tienen problemas con sus padres habla con ellos. “Hay un mensaje de superación porque así es la historia. Si así no fuera, tal vez no la filmaríamos. Es automático ver el semillero, a los muchachos, al barrio, hay una energía de que algo puede cambiar, él quiere que sus muchachos no tengan la vida jodida que él ha tenido. Más que lo queramos transmitir, es lo que hay”, dice Yturralde. (I)