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Ecuador, 21 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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En el antiguo edificio de el telégrafo se han programado distintas actividades hasta el domingo 22

Se alquila reivindica el espacio público

‘Se alquila’ se ha trabajado en espacios infrautilizados de Guatemala, Madrid, Buenos Aires y ahora Guayaquil. Cortesía
‘Se alquila’ se ha trabajado en espacios infrautilizados de Guatemala, Madrid, Buenos Aires y ahora Guayaquil. Cortesía
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“En Guayaquil las paredes están muy blancas (...) Aquí los espacios públicos están controlados. No son libres y tienen un horario definido”, comentan Norberto Bayo y Aaron Navia, el comisario y el productor -respectivamente- de la muestra ‘Se alquila/público’.

La propuesta que se inaugura hoy en Guayaquil y Madrid busca reivindicar el concepto de lo público desde trabajos artísticos, que van desde la recopilación de datos en infografías, el videoperformance hasta la forma de vestirse en un espacio público.

Según Navia: “Hay un interés muy potente por el arte interactivo, que exige que el público haga algo para que la obra esté terminada. Ya sea desde romper un papelito hasta ser parte de la obra performática y sentarte junto al actor y participar en ella, pero no lo ves desde fuera. Ese tipo de experiencias las vemos desde allá como acá”.

La concepción de lo público es una de las distancias que guardan estas dos ciudades, en las cuales se realiza este año la muestra. Para los organizadores, esta concepción se hizo evidente con la convocatoria. Recibieron alrededor de 500 propuestas entre las dos ciudades.

Los planteamientos son un manifiesto del diálogo que ha existido entre Ecuador y España en los últimos quince años. No así con la mirada sobre lo público, sobre el espacio en el que confluyen los ciudadanos a diario.

El control que se ha ejercido desde el espacio público en relación a las posibilidades del arte, como el grafiti, una de las manifestaciones que más podrían extenderse en el tiempo, tienen antecedentes como la ‘Chanchocracia’, cuando una serie de dibujos de chanchos en los espacios públicos de la ciudad se convirtieron en una amenaza para los ciudadanos. Los medios difundieron como el origen de estos dibujos a una pelea entre pandillas de la ciudad, en el que cada color del chancho tenía distinto mensaje: rojo violación, blanco territorio de tregua, negro homicidios.

El autor, el artista plástico Daniel Adum, tuvo que blanquear las paredes. En 2011, cuando con más de 100 personas se conformó la organización Litro x Mate, liderada también por Adum, las paredes que se planteaban pintar con cuadros de colores pasaron a gris.

En ese entonces, el Municipio justificaba la labor de cambiar a gris los murales en distintos sectores del norte de la ciudad bajo el argumento de que no se contaba con los permisos pertinentes. E incluso se ofrecía una recompensa de $ 1.000 “a quien dé información concreta, con pruebas que permitan evidenciar a uno o varios individuos pintando grafitis o manchando propiedad pública o privada...”.

El vandalismo se confunde con el trabajo del grafiti “cuando no es así”, dice Bayo. “El vandalismo en el grafiti es el tajeo, esa firma negra y fea, el grafiti tiene su lado artístico. Recorres Quito y hay un recorrido de grafitis que tienen que ver con reivindicación de las lenguas muertas, de lo indígena, de buscar lo propio en el contexto individual y común”, sostiene Bayo. “La reivindicación política es adueñarse del espacio público”, agrega Navia.

Este año, ‘Se alquila’ tiene más propuestas externas que de la ciudad. Participan 12 países, entre ellos Colombia, Italia, Uruguay y Argentina. Y participa solo un grafitero de la ciudad. En este contexto, se ha planteado como mesas de reflexión ‘Arte urbano y grafiti’ y ‘Alta y baja cultura’.

‘Se alquila’ inició en Madrid tras la crisis. En 2011, los edificios del centro se habían convertido en un paseo de letreros con la inscripción ‘Se alquila’. En 2012, los colectivos Entresijos y Lacosacultural miraron en esos espacios un lugar para ejercer una dinámica entre el público y el arte.

Esta labor de gestores culturales se rehúsa a pedir a las instituciones para trabajar con una propuesta determinada. ‘Se alquila’ es una muestra de gestión cultural en la que se trabaja a partir de los objetos preexistentes. “Muchas veces no faltan medios ni espacios. El artista necesita un lugar donde ensayar, pero, ¿por qué no podemos usar los espacios libres? Al final, un artista pide un techo, porque va a ser él quien haga la obra. Nosotros llegamos y decimos qué tienes, no qué necesitamos. Con lo que hay estamos seguros de que se puede aprovechar y hacer algo”, dice Navia.

El año pasado, ‘Se alquila’ tuvo sede en Buenos Aires, Guatemala y Madrid. A pesar de que en las nuevas sedes la crisis no ha permeado a los edificios, sí hay espacios infrautilizados. Desde cada ciudad la concepción de lo público, en referencia al Estado, es distinta.

“Entendimos por qué había tantos psicólogos en Buenos Aires cuando hablábamos de Estado desde el ‘yo’, desde cómo estoy y cómo me encuentro, en Madrid se hablaba más del Estado como organización política y en Guatemala había un cierto rechazo que tenía que ver con lo que terminó pasando en Guatemala con su presidente”, explica Navia.

Hoy se abre al público la muestra en el antiguo edificio de diario EL TELÉGRAFO, un espacio que se está integrando al campus de la Universidad de las Artes, luego de permanecer desocupado durante varios años aunque en él permanecen mesas, sillas, cortinas y algunas maquinarias de lo que fue el periódico.

Desde hoy hasta el próximo domingo 22 se podrá recorrer la muestra. Esta tiene nueve paradas e inicia en la planta baja, desde la escalera de servicio hasta la terraza, luego baja por la escalera principal, donde está la novena parada, el escenario principal. En cada parada suceden distintos escenarios. El edificio está invadido por propuestas performáticas, de danza, teatro, video y hasta una muestra de personas no videntes para videntes, planteada por Cíclope, artes visuales.

El recorrido ha intentado asemejar la idea de Dante Alighieri, en La Divina Comedia: empieza por el infierno y culmina en el cielo, en el sector señorial del edificio. Cada rincón es distinto a lo que hay en galerías y museos. “Esta no es una muestra en un cajón blanco, rebosa historia”, manifiesta Navia. (I)

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