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Patrimonio pierde valor en el barrio del Salado

Una de las casas patrimoniales fue desmantelada por presuntos delincuentes porque está deshabitada.
Una de las casas patrimoniales fue desmantelada por presuntos delincuentes porque está deshabitada.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
13 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

El barrio del Salado fue fundado, en los años 20 del anterior siglo, por familias acomodadas de Guayaquil. Su ubicación geográfica era considerada privilegiada por su clima fresco, dada la cercanía al estero Salado, que en esa época no estaba contaminado.

En 2011, el entonces Ministerio de Patrimonio hizo la declaratoria patrimonial de la Arquitectura del siglo XX a 49 edificaciones construidas con estilos europeos, ubicadas en el lugar que es considerado uno de los más emblemáticos de la ciudad. Algunas de ellas, en la actualidad, lucen deterioradas y fueron convertidas en basureros y en escondites de personas para delinquir.

Por ejemplo, el edificio Vihcar del Consejo de la Judicatura, situado en Tulcán y Luque, está abandonado y fue desmantelado por la delincuencia. Ahora sirve de guarida para los chamberos.

En igual situación de descuido se encuentra otra casa patrimonial, que originalmente perteneció a la familia Roca, asentada en plena avenida 9 de Octubre y José Mascote. Ambas propiedades integran la lista de bienes inmuebles patrimoniales de la ciudad, en un circuito arquitectónico “producido entre 1911 y 1978”.

Lucho Mueckay, director de la Regional 5 del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), indicó que en cumplimiento al Acuerdo Ministerial # 234-2011 se implementaron varias gestiones encaminadas a la recuperación urgente de las viviendas, a través de un crédito de $ 5.000 y, además, se brindó asesoría técnica a los moradores.

Sin embargo, la mayoría de los propietarios no tuvo ningún interés de recibir este beneficio, pues muchos se cambiaron de residencia y otros fallecieron.

“A diferencia del barrio Orellana y la Numa Pompilio Llona, donde aceptaron el incentivo económico para hacer arreglos, en el barrio del Salado no hubo una buena acogida”, explica Mueckay, quien aclaró que son los dueños los que deben intervenir en las mejoras de la infraestructura por ser un bien particular.

La arquitecta Heidi Anchundia, del INPC, asegura que durante cuatro meses visitaron el barrio e hicieron mesas de trabajo para explicar los beneficios de la declaratoria, pero “no hubo un deseo de participación”.

A pesar de esa negativa, la casa de la familia Bucaram, ubicada en Tungurahua y Luque, fue restaurada. Actualmente funciona el Consulado de España.

En la casa de la familia Cedeño Amador, en Esmeraldas y 9 de Octubre, se presentan obras en el Teatro El Altillo.

Gustavo Rivadeneira, dirigente del Comité de Moradores del Barrio del Salado integrado por 2.632 vecinos, indica que la labor que hizo el INPC fue vigilar que no se sigan demoliendo casas patrimoniales y transformándolas en bodegas, galpones o tugurios comerciales. Sobre su acercamiento con el Municipio de Guayaquil, Rivadeneira afirma que el alcalde Jaime Nebot atiende sus requerimientos y necesidades.

Sin embargo, el dirigente expresa que en lo que no se ha logrado avanzar es en respetar el concepto de patrimonial, puesto que ciertos funcionarios municipales, por desconocimiento, consideran “que nuestro barrio no lo es”. También hay edificaciones no  patrimoniales que fueron abandonadas, las cuales deben ser expropiadas, demolidas y, en su lugar, tendrán que edificarse áreas verdes y deportivas -que requiere el sector-, como consta en un pedido de los habitantes.

Rivadeneira expresa que el departamento de Justicia y Vigilancia del Municipio de Guayaquil debe asumir su responsabilidad y, basándose en el Cootad, tiene que actuar en materia del uso de suelo. “El barrio está sumido en mucho desorden y se está convirtiendo en un mercado negro de piezas para vehículos”, dice.

La historiadora española María Luisa Laviana manifiesta que todo sector urbano o propiedad que pase de los 60 años de antigüedad, automáticamente pasa a considerarse patrimonio arquitectónico. “El barrio del Salado cumplió ya 88 años de antigüedad y debe ser orientado hacia el turismo y la cultura. Hace seis años apoyamos esta iniciativa y defendemos su declaratoria”, expresa Rivadeneira. (I)

Datos

El barrio del Salado se comenzó a poblar en 1928. Sus primeros habitantes fueron las familias García Riera, García Domenech, Illingworth, Icaza, Bucaram, entre otras.

En el lugar funcionan dos colegios centenarios, Vicente Rocafuerte y Rita Lecumberri, y los conservatorios Antonio Neumane, Manzano, Federico Chopin, el Museo Presley Norton y el Teatro El Altillo.

Residieron varios expresidentes de la República, como Carlos Julio Arosemena Tola, Carlos Julio Arosemena Monroy, Juan de Dios Martínez Mera.

Habitantes que promovieron la cultura: Guido Garay, el rescatista de la identidad montubia. También el historiador Carlos Calderón Chico y hasta la actualidad vive el historiador Ezio Garay Arellano, candidato al Premio Eugenio Espejo.

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