La literatura como experimento de confesión

Para esta mañana diáfana (Ruido Blanco, 2016), primer libro de cuentos de Daniela Alcívar Bellolio (Guayaquil, 1982), entró a imprenta el pasado 22 de abril, cuando se cumplían 117 años del nacimiento del escritor ruso Vladimir Nabokov.

La autora lo escribió hace casi tres años, en un lapso de un año y medio, en el que trabajó de un modo “muy inconstante e irregular”. Empezó escribiendo un cuento (‘Dos veranos’), que fue el único durante largo tiempo, luego, lo que alguna vez pensó que sería una novela se transformó en otro relato (‘Cuatro postales de un regreso a Quito’) y, poco a poco, se fue dando cuenta de que estaba construyendo un libro.

“Todos los textos nacieron de un deseo de hablarle a alguien, de decir algo, de reimaginar situaciones en espacios específicos, por eso fueron escritos de modo tan poco programático, eran más bien pequeños experimentos de confesión”, dice Daniela, quien hoy, a las 20:00, lanza, además de Para esta mañana diáfana, su primer conjunto de ensayos y crítica, Pararrayos (Editorial Turbina, 2016).

Pararrayos, que fue escrito por encargo y en un período de tres meses, contiene ensayos críticos sobre cine y literatura argentina y ecuatoriana. También posee crónicas, relatos cortos y ensayos autobiográficos. “Yo venía explorando la escritura autobiográfica y la ensayística y sentía una inclinación muy fuerte por esas formas híbridas, un espacio propicio para la exploración de un registro que exige mucho y que es un tanto despreciado en nuestro medio”, comenta la autora.

En la presentación de las obras, que será en La Casa Mutante (Valladolid e13-66 esquina Pontevedra), intervendrán Javier Cevallos Perugachi y Gabriela Ponce Padilla. Daniela Alcívar Bellolio, quien reside y estudia hace diez años en Buenos Aires, ha estado vinculada a la academia y maneja el blog El Desprecio. Actualmente se encuentra terminando su proyecto de investigación doctoral, en el que aborda las narrativas de viajes de la escritora chilena Cynthia Rimsky y del argentino Sergio Chejfec, y cómo se relacionan con las nociones de paisaje y geografía.

“Para mí, estos libros han funcionado como una posibilidad de encuentro, una reconfiguración o reimaginación de mis redes afectivas, de mis amistades, de mis querencias, de mis dudas. Los tomo como eso: manifestaciones de un deseo de hablar de ciertas cosas a ciertas personas y, al mismo tiempo, de permitir que ciertas imágenes que no dejan de volver aparezcan en la extrañeza que tienen para mí, no para interpretarlas ni explicarlas, sino simplemente para darles alguna cabida en el mundo”, puntualiza Daniela. (I)