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Ecuador, 21 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Ileana Viteri expone a los maestros del arte moderno

En marzo de 2016, Ileana Viteri inauguró su nuevo sitio (en la Camilo Destruge N24-633 y Francisco Salazar), con una exposición colectiva en honor a Kelver Ax.
En marzo de 2016, Ileana Viteri inauguró su nuevo sitio (en la Camilo Destruge N24-633 y Francisco Salazar), con una exposición colectiva en honor a Kelver Ax.
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Cada aniversario de la galería Ileana Viteri era una excusa para exponer las propuestas de nuevos artistas de la escena nacional. Sin embargo, por los diez años de vida de este pequeño pero trascendental espacio del arte, las cosas han cambiado. En esta ocasión, quienes son los protagonistas de su más reciente muestra, denominada Legados, son algunos de los maestros del arte moderno en Ecuador: Araceli Gilbert, Manuel Rendón, Jan Schreuder, Lloyd Wulf, Estuardo Maldonado, Enrique Tábara, Aníbal Villacís, Oswaldo Viteri y Ramiro Jácome.

Cuando Ileana Viteri -quien es arquitecta de profesión, aunque no ejerció la carrera, y da clases desde hace más de 20 años- fundó en 2007 la galería, este era un espacio casi único en el entorno del arte local. Lo que ella hacía era un trabajo en solitario, pero las dinámicas en el campo artístico han cambiado, sobre todo en los últimos dos años.

Viteri reconoce que ahora hay más espacios alternativos que tienen una mayor apertura para nuevas propuestas y artistas emergentes y, a la par, también siente una ausencia de referentes en las generaciones nuevas.

Se exhiben obras de Araceli Gilbert, Manuel Rendón, Jan Schreuder, Lloyd Wulf, Estuardo Maldonado, Tábara, Aníbal Villacís, Oswaldo Viteri y Ramiro Jácome. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo

“Es como si muchos partieran de cero o solo miraran a Estados Unidos, Europa o el Cono Sur. No digo que uno deba llevar siempre el peso del propio ancestro, pero, a veces, percibía una mirada despreciativa hacia el pasado, como que los artistas actuales son los únicos transformadores y los otros solo fueron unos fieles siervos al estatus quo. Pero las vanguardias modernas también hicieron rupturas radicales con la tradición. No solo sentí que había un desconocimiento, sino un desprecio”, reconoce Viteri.

Un cuadro de la pintora guayaquileña Araceli Gilbert -quien junto con Manuel Rendón introdujo el arte no figurativo en Ecuador- da la bienvenida a los espectadores de Legados. Luego, al ingresar al área central de la galería, se exponen paisajes de Oswaldo Viteri, Jan Schreuder y Lloyd Wulf, estos dos últimos  maestros de Viteri, lo cual se evidencia en los colores de la obra expuesta del pintor ambateño.  En estos cuadros -que transitan desde lo figurativo hasta lo abstracto- se pone de manifiesto la construcción y deconstrucción del paisaje desde la modernidad.

Una de las obras que más resalta en esta sala es un cuadro de Tábara  que alude a lo arqueológico, al arte informalista y a la pintura matérica. “En su trazo hay una plena libertad y autenticidad, una falta de pretensión que me parece maravillosa”, dice Ileana durante un recorrido guiado a la exposición.

Otros dos cuadros de Araceli se encuentran en la segunda área de la galería, los cuales dialogan con lo ancestral, con el ámbito folclórico del país, que es el lugar desde donde se inspira la artista. “Ella se concentra en el arte concreto -comenta Ileana-, ese será su caballo de batalla, pero a ese arte de origen europeo lo hibrida con su procedencia latinoamericana; Araceli se fija en los patrones guardados en las shigras, toma estos referentes al igual que hace Estuardo Maldonado”, otro de los artistas que comparte esta sala junto con los dibujos de trazos gruesos sobre las fiestas populares de Viteri y de trabajos más figurativos de Jan Schreuder.

“Ahora hay una falta de institucionalidad terrible. En estos diez años han desaparecido los museos. La gente no tiene dónde reconocerse, dónde mirarse, dónde entenderse o dónde sentirse orgulloso. Todo es pasajero, porque los espacios que subsisten a nivel institucional son de exposiciones temporales, no tienen un sentido de perdurabilidad”, critica Ileana, a quien le tiene sin cuidado que le digan que es “una señora de otra generación” por resaltar a los grandes maestros que la formaron intelectual y emocionalmente, y que no tienen un espacio público ni permanente.

Legados es, en este sentido, un llamado de atención crítico hacia la débil institucionalidad pública del país, que se manifiesta, por ejemplo, en el cierre desde hace dos años del Museo Nacional. Esta muestra es una suerte de confrontación política y estética sobre las carencias del Estado en cuanto al manejo de los repositorios del arte nacional.

“Debe haber estos espacios, como hay en todas partes del mundo, donde tú puedes regresar y formar tu apreciación del arte. Pero no puedes hacer eso cuando no hay conciencia, educación, ni exposición. Estos espacios son importantes para las nuevas generaciones de artistas porque si los jóvenes van a rechazar algo, primero tienen que saber a qué se enfrentan. Otro elemento que me hizo reflexionar mucho para esta muestra fue una exposición maravillosa de cerámica China que vi en la PUCE, donde era tan evidente el oficio, pero sobre todo el respeto al ancestro”. 

En la inauguración de la muestra Legados, el anterior sábado, asistieron Estuardo Maldonado y Oswaldo Viteri, quienes recorrieron con pasos lentos y seguros cada una de las obras que los acompañaron generacionalmente y que los forjaron como individuos. Por aspectos físicos, hubo un cambio de las obras de Eduardo Kingman por las de Aníbal Villacís, de la época del precolombinismo. En paralelo a los cuadros, se proyecta el documental El Mural, de Daniela Merino, sobre el mural Ecuadorian Festival, de Camilo Egas, hecho en 1932, en la antigua New School of Social Research de Nueva York. Legados es una muestra pequeña y vital que estará abierta solo hasta el 15 de octubre. (F)

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