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Gatazo: el sitio donde se cambió la historia del Ecuador

Gatazo: el sitio donde se cambió la historia del Ecuador
15 de agosto de 2013 - 00:00

La batalla de Gatazo fue una de las hazañas más trascendentales porque  puso fin a un modelo económico, social y político retrógrado, y consolidó la Revolución Liberal, despejando los caminos para que Eloy Alfaro pudiera emprender otro combate, quizá el más difícil y peligroso de los que había librado hasta ese entonces:  cambiar las viejas estructuras y transformar al Ecuador en un Estado moderno.

Fue aquí también donde por primera vez los indígenas se unieron a montubios y negros para conformar el gran ejército del  Viejo Luchador.   

La historia contada desde el principio

El 3 de enero de 1895, cuando gobernaba el país Luis Cordero Crespo, representante de la denominada “argolla” (la alianza oligárquica conformada por algunas ricas familias de Quito, Guayaquil y Cuenca), se destapó el vergonzoso asunto de la venta de la bandera. Chile, neutral en la guerra entre China y Japón, quería vender a los nipones un buque y para poder hacerlo Ecuador hizo como que lo compraba a Chile y lo vendía luego al Japón. Cordero renunció y Vicente Lucio Salazar se encargó  del Poder Ejecutivo.    

Alfaro otorgó a los líderes indígenas:   Alejo Sáenz, el grado de general;  y coronel a Manuel GuamánEste asunto conmocionó al país, que estalló primero en Chone: los montoneros comandados por el coronel mexicano Mauro Ramos Iduarte desconocieron el gobierno central y se enfrentaron con el ejército en Tosagua. Y el 5 de mayo la Junta Revolucionaria de Chone declaró Jefe Supremo del Ecuador a Eloy Alfaro. A continuación lo hicieron: Vinces, Santa Rosa, Olmedo, Bellavista, Baba, Machala, Quevedo y La Unión.

El alzamiento de los pueblos costeños y la presión de jornaleros, artesanos, la tropa montonera  y  sectores medios de la intelectualidad guayaquileña, obligaron a los ilustres porteños a declarar a Eloy Alfaro Jefe Supremo el 5 de junio de 1895.

Sin embargo, los conservadores, ahora no se dejarían quitar el poder fácilmente y desataron una guerra civil en momentos en que Alfaro, desde Centroamérica, llegaba al país.

Gatazo

De inmediato Alfaro tomó el mando del ejército y emprendió, desde Guayaquil,  la ascensión de la Cordillera de los Andes en busca de las fuerzas gobiernistas al mando del general Sarasti, que estaba acantonado en Riobamba.

En el camino hacia Quito, Alfaro  designó  general a Alejo Sáenz y coronel a Manuel Guamán, dos líderes indígenas que se acercaron al campamento para ofrecer hombres para combatir por la libertad. Alfaro los  recibió  y se  fraguó el gran ejército popular, artífice de la victoria. Desde ahí en adelante los indios daban ruta, indicaban las posiciones de los enemigos.

El 6 de agosto, en el combate de San José de Chimbo, ascendió a coronela a doña Joaquina GalarzaAlfaro, cumpliendo el trato con Guamán y Sáenz, envió un telegrama a su Consejo de Ministros en Guayaquil pidiéndole expedir un decreto por el cual se exoneraba a los pueblos originarios del pago de la contribución territorial y del trabajo subsidiario. El 28 de agosto el decreto se publicó conforme mandaba la ley.    

Las mujeres también eran parte de la lucha liberal radical y Alfaro las reconocía. El 6 de agosto, en el combate de San José de Chimbo, ascendió a coronela a doña Joaquina Galarza, aguerrida combatiente guarandeña.  

Desde Guamote, para  desvirtuar   las acusaciones regionalistas de los conservadores, le escribió al general Sarasti: “... cómo podría sostenerse que esta guerra por la reivindicación de la honra nacional sea más bien costeña que interiorana... decirlo por la prensa es una insigne mala fe y asegurarlo en nota oficial es una ligereza incalificable...”

El 14 de agosto el ejército de Sarasti salió de Riobamba a enfrentarse con las tropas de Alfaro que lo esperaban en las alturas del Bayubug. Se combatió todo el día luego de intentar rodearlos Sarasti quiso subir las cuestas de Gatazo y Bayubu, pero los liberales opusieron una tenaz resistencia  y tuvo que retirarse al anochecer.

A las 7 de la mañana del día siguiente, el enemigo hizo el primer tiro de cañón, que fue contestado por un vivo cañoneo de los liberales que provocaron la desbandada en las filas contrarias. Algunos desertores se acercaron gritando ¡viva mi general Alfaro! El 16, ya en Cajabamba, Alfaro expidió un decreto concediendo “amplia amnistía a todos los empleados civiles y militares que se separaran de su empleo o depusieran las armas”.

Alfaro llegó a Quito el 4 de septiembre de 1895.

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