Apenas “medio libro” por año leen los ecuatorianos
El índice de lectura por persona en el país es el más bajo en América Latina. 0,5 libros por año lee en promedio cada ecuatoriano, según datos de la Unesco. Eso quiere decir que cada habitante lee la mitad de un texto, en el mejor de los casos.
El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc-Unesco) lanza varias cifras sobre el consumo per cápita de libros durante 2011. Chile lleva la delantera con 5,4 libros leídos por año. Le sigue Argentina con 4,6 libros cada 365 días. Nuestro vecino Colombia lee 2,2 libros anuales. España tiene 10,3 por año. Un caso diferente ocurre en Noruega, Suecia, China o Finlandia, donde son 47 libros los que se leen por persona en el año.
“En Ecuador existen lectores que leen mucho y otros que no leen nada. Gracias a los primeros, hemos podido llegar a medio libro por año, caso contrario, sería menor aún la cantidad de libros leídos”, reflexiona Marco González, de Mr. Books.
Pero si se lee poco con relación a otros países, vale observar un estudio de la Cámara Ecuatoriana del Libro. Tal investigación se denominó El libro en el Ecuador 2010, datos y estadísticas del ISBN.
En 2010 se produjeron 2.054 títulos de interés general. En esta categoría se incluye la narrativa, la poesía, el ensayo, etc. En todo caso, textos que no son necesariamente requeridos en ningún nivel de instrucción formal. Y en la categoría de textos didácticos se produjeron 1.331 títulos.
Viéndolo desde esa perspectiva hay más títulos de interés general que de material didáctico, pero la diferencia se nota en el número de ejemplares que se imprimen: La categoría que abarca literatura imprime 3’587.788 ejemplares; mientras que los de enseñanza son 7’172.300. Allí está la diferencia.
Estas cifras indican que hay más libros a los que los ecuatorianos acceden, al menos los que estudian, porque alguna malla curricular lo determina. Los textos de interés general están más ligados a una elección personal del lector. “Los ecuatorianos, como en muchos otros países, leen por placer, por obligación y por vicio. Los que leen por placer son ocasionales, aprovechan sus vacaciones para hacerlo, por lo general buscan ávidamente un título en particular.
Quienes leen por obligación son, por lo general, estudiantes de todo nivel, aquellos que llegan a una librería y preguntan si vendes resúmenes de las obras que sus profesores han escogido para un ciclo. Los terceros, los que aumentan sustancialmente las cifras, son los bibliófilos, aquellos que no pueden pasar un momento, un día sin lectura. Recorren, casi a diario, librerías de todo tipo. Están al día con los nuevos autores, obras y tendencias literarias, científicas o filosóficas”, cuenta González, sobre el perfil del lector.
Para Fernando Zapata, director de Cerlalc-Unesco, “entender lo que pasa en la lectura y en la mente de los lectores debe ser una prioridad dentro de las políticas educativas y culturales de América Latina. Los gobiernos deben ser conscientes de la importancia de construir metas e indicadores comunes que proporcionen las herramientas necesarias para impulsar acciones conjuntas en torno a la lectura y a la incorporación de las tecnologías digitales en los campos de la educación, la cultura y la información”.
El mismo estudio de la Cámara Ecuatoriana del Libro ubica datos pormenorizados sobre las impresiones de ejemplares. Por ejemplo, los libros de literatura y retórica tuvieron 2’001.341 ejemplares en el período 2009-2010. En ese mismo lapso los libros de ciencias sociales tuvieron 8’001.725 ejemplares impreso en el país.
“La motivación depende de algunos factores como contenido del libro, título, quién te lo recomienda, autor y hasta de casualidades que hacen que determinado libro llegue a tu vida. Leo por curiosidad, por necesidad y por placer. Leo porque en cada línea aprendo algo diferente, porque me permite conocer personas y lugares reales o imaginarios, varias maneras de ver la vida o de definir las situaciones. Leo porque es una manera de alimentarme, porque me permite viajar, soñar. Leo porque la lectura me hace libre”, opina Lucero Llanos, lectora.
En esa misma línea, Gabriela Silva, otra lectora y también catedrática de literatura, dice: “Leo porque los libros son otra forma de vivir distintas realidades, porque me apasiona el conocimiento y comprensión del mundo que nos regalan”.
El intelectual Marc Fumaroli define la importancia de un libro así: “Aunque se venda menos, el libro siempre será la referencia. Tiene algo de sagrado, es la biblia. Puede que la política pierda lo sagrado, pero ese carácter jamás lo perderá el libro”.
Los datos de la baja lectoría en Ecuador y la baja producción de libros de interés general frente a los didáctico plantea otra duda: Si los que leen lo hacen correctamente
“Es difícil determinar si los ecuatorianos leen bien o mal. Pero, lo más lógico es decir que quienes lo hacen por placer o vicio seguramente realizarán una lectura minuciosa, llena de fruición, profunda, sustancial y aprovechable. Quienes leen por obligación lo hacen apuradamente, con angustia y estúpido desdén”, opina González.