Un ex ‘histórico’ dirigente del Partido Socialista da puntada. Sigiloso, entre líneas, sienta la pauta de una forma de hacer política que no le es extraña ni a él ni a sus viejos coidearios. Los blogueros, periodistas, analistas, editorialistas y entrevistadores hacen lo mismo en los cocteles y charlas de pasillo. Incluso, los ex ‘correístas’ radicales, aquellos que por poco cortaban la cabeza de cualquier ‘traidor’ a la Revolución Ciudadana, sintonizan con ese discurso y, por debajo, con cierta vergüenza, también coinciden con ese socialista de antaño: solo la unidad de las fuerzas opositoras (no importa si son de derechas o izquierdas) acabará con el líder y el ‘complejo’ andamiaje del vigente proyecto político en el poder.
Como en los viejos tiempos: cálculos legales, manipulación de datos históricos y encuentros de todo tipo, sin importar ideologías ni antiguas discrepancias de clase, son la plataforma para programas y supuestos proyectos de una nueva Constitución de ‘consenso’. Así, tal cual: ahora nos hace falta una Carta Política que sume y armonice los intereses de todos, en el mejor estilo y paradigma liberal ortodoxo. ¡Viva la armonía y la unidad de los contrarios! Y no falta una advertencia que ya parece consigna generalizada: habrá que hacer todos los juicios necesarios para castigar a los correístas impunes. “Todo a su tiempo”, ha dicho con ‘sabiduría’ el viejo socialista.
Y los aplausos no se demoran. El experiodista empleado de un banquero aplaude y suma. El viejo socialista se regocija: ha recibido la venia. Ahora corresponde poner en marcha sus antiguas habilidades, aquellas que le impidieron ser el vicepresidenciable de un coronel golpista y derrocado. Ha quedado marcada la cancha y durante dos semanas los grandes pensadores inician los mismos rituales de todas las caídas ocurridas bajo el esquema de minar la credibilidad, exacerbar los códigos morales de una ciudadanía apática y buscar fondos en las cuentas y bancos de aquellos que dicen haber sido beneficiados con las leyes y programas desde hace 8 años.
Si ya hay un frente nacional anti-RC en marcha es mejor transparentar las posturas, los nombres, los cargos y hasta los artículos que desean incorporar en la nueva Constitución de ‘consenso’. Dirán que en política -como la que proclama y conceptualiza el viejo socialista- no se revela la táctica. Claro, como confiesa el mismo personaje: el correísmo sentó escuela de tal magnitud que ahora han entendido, ‘por fin’, qué es la democracia y también hizo de un partido violento otro dialogante, consensuador y tolerante, ‘mamita ya no pega duro’.
Por lo visto, lo ‘único’ bueno del correísmo ha sido su efecto catalizador de todos los males de los izquierdistas ortodoxos y los derechosos intolerantes. Todos ahora son uno solo. En todos brilla el talante de la unidad nacional y el consenso como paradigma de la nueva política. Y en esa dimensión, estamos a punto de parir el futuro más promisorio: los empresarios no pagarán impuestos y los socialistas serán liberales de smoking con pajarita roja, como añoraba el viejo socialista en sus andanzas señoriales por aquellos lares británicos que lo forjaron.