Parece que le queda poco tiempo a la oposición y además sin mucho de dónde escoger. Pero tampoco eso es del todo cierto: ha trabajado todo el tiempo en ello. Hay un candidato firme e inamovible que desde la derrota de 2013 no ha parado de construir su postulación indefinida. Y hay otros que no crecen y uno que solo dirá el sí a última hora.
¿Cuál debe ser el perfil del candidato unificador de la oposición y que pueda derrotar al del Movimiento Alianza PAIS? Sí, porque en realidad en el nuevo escenario político esa es la condición. Todos los actores políticos saben que el peso electoral de PAIS es sólido, no ha reducido notablemente sus activos como para desestimar que podría ganar en primera vuelta y contar con una mayoría en la Asamblea. Por tanto, el perfil es, en primer lugar, un candidato con todas las condiciones y atributos para derrotar al de PAIS (en cuya lista están Lenín Moreno, Jorge Glas y otros mencionados por Rafael Correa). Pero eso también implica una contextura personal, carismática y argumental que vaya más allá de la denuncia y la diatriba.
Si todo este tiempo han cuestionado el estilo y el carisma de Correa, para lo cual han elaborado códigos de una supuesta compostura formal, unas maneras políticamente correctas, entre otras cosas, ¿cómo harán para vencer a un Lenín Moreno o Jorge Glas que no son, en este plano, iguales que su líder? ¿Pueden hacer campaña contra uno de los dos diciendo que son intolerantes, agresivos y esas otras cosas que han usado para no decir abiertamente que no les gusta que se les diga en la cara las cosas por su nombre y apellido, mientras ellos ofenden de todos los modos posibles, en privado mucho más, echando a los trolls en las redes sociales y a los entrevistadores en los sets de radio y televisión con la rabia más descamisada que se haya visto contra un político de la naturaleza de Rafael Correa?
Lo paradójico de todo es que el perfil que buscan para vencer al ‘correísmo’ es el mismo que critican y por eso ruegan, casi de rodillas, que Jaime Nebot acepte ser el candidato de todos (incluidos los izquierdistas puros y los derechistas más curuchupas). Por eso tiene que ser el alcalde de Guayaquil quien lleve de la mano a un Paúl Carrasco y a un Mauricio Rodas a una tarima para que firmen una unidad legislativa. Paradojas de paradojas: quienes más se afirman de izquierda para oponerse al actual gobierno son los que ven en Nebot y su estilo la única salida para ganar a PAIS en febrero de 2017.
Lo que no dicen en ninguna parte es que hasta en el perfil presidencial Rafael Correa puso la vara alta. En la gente común, en estos meses, habrá un elemento unificador: cualquiera que quiera ser presidente del Ecuador será comparado con él. Ha sido tan fuerte su presencia y personalidad. Y siendo así en la oposición (que no sabe por dónde ensamblar la unidad) hay una angustia porque estudios de percepción indican que por más democráticos y buenitos que se muestren ante el electorado, los actuales potenciales candidatos no alcanzan a dibujar su verdadero retrato, con sombras y puntos oscuros, y por eso el segundo lugar en las encuestas ocupa el “No sé” y en el tercer lugar se ubica el “Por ninguno”.
Y una última cosa, quizá la más compleja y con ribetes de definición medular: Si 2016 será un año complicado, sin visos de mejoramiento profundo en el campo económico, quien quiera administrar el Estado deberá ser claro, lúcido, contundente y hasta creativo para decirles a los ciudadanos cómo va a manejar un país con bajos precios del petróleo, una apreciación fuerte del dólar y con un empresariado acomodado a que el Estado le resuelva todos sus problemas. Y algo más: con una clase media más grande, con un modo de consumir anclado al peor de los capitalismos, con amplios sectores sociales que no se dejarán arrebatar las conquistas, como el acceso a los servicios básicos, seguridad social y las garantías para contar con una educación, salud y vivienda dignas. Ese es el meollo del tema si la oposición quiere construir su candidato ideal. (O)