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El Telégrafo
Juan J. Paz y Miño C.

Trabajadores, ¿unidos?

02 de mayo de 2016

A mediados de la década de 1980, un grupo de investigadores unidos a través del proyecto ‘Historia del movimiento obrero ecuatoriano: proceso sindical y proceso político”’, auspiciado por varias instituciones académicas y, sobre todo, con la participación directa de las centrales de trabajadores, pudimos entregar al país una serie de estudios inéditos sobre la Cedoc (1938), CTE (1945) y CEOSL (1962).

Estas confederaciones de trabajadores, otrora enfrentadas por razones ideológicas, lograron converger en sus posturas clasistas y crearon el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), que ya luchó contra las dictaduras petroleras de los setenta. Sin embargo, a partir de 1979, con los gobiernos constitucionales, el FUT realizó impactantes huelgas nacionales, ampliamente apoyadas en el país.

Las “plataformas de lucha” del FUT tuvieron fuerza no solo por la unidad de acción sindical, sino también por el claro e importante liderazgo de sus dirigentes, el respaldo de las izquierdas (excepto los ‘chinos’ del PCML) y la vigencia teórica y política que aún tenían el marxismo y los ideales socialistas del triunfo proletario, que movilizaban a distintos sectores académicos y sociales.

El autoritarismo del gobierno de León Febres Cordero (1984-1988), el derrumbe del socialismo en el mundo a raíz de la perestroika, el incontenible avance del modelo empresarial de economía en la década de los noventa, la flexibilización laboral y el agotamiento de los liderazgos y formas de lucha obrera, afectaron gravemente al proceso sindical y político de los trabajadores. Para el año 2006, el FUT, así como todas las centrales de trabajadores, incluida la UGTE (1994, ligada a los ‘chinos’) eran membretes débiles, sin la fuerza ni la presencia del pasado. Incluso la academia fue impactada, pues hasta la historia del movimiento obrero pasó a ser un área relegada.

Pese a quienes hacen gala de un vehemente criterio contrario, desde 2007, con la superación del modelo empresarial y la reorientación del Estado, se abrió el espacio para el resurgir del movimiento de los trabajadores, que pasó de la crisis sindical y política a la presencia activista.

Sin embargo, de la antigua unidad igualmente se cayó en el fraccionamiento, incluso por la formación de otras organizaciones como la CUT y el Parlamento Laboral. En el ambiente polarizado de la política nacional, también entre las organizaciones sindicales y los trabajadores, hay divisiones entre ‘correístas’ y ‘anticorreístas’.

Se ha privilegiado así la coyuntura por sobre la visión de largo plazo, que debía enfatizar en la fortaleza organizativa y en la lucha contra el poder real del capitalismo que todos cuestionan en teoría, y que se ubica del lado de los sectores de la derecha económica y política que, en cambio, tienen muy claros sus objetivos de clase y saben bien a quiénes deben enfrentar para retomar el Estado.

Sobre la base de las experiencias históricas solo cabe esperar que el movimiento obrero se fortalezca y replantee críticamente su unidad, para detener el avance de quienes manejan el poder real. (O)

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