A finales del XX apareció un grafiti: ‘Los ríos crecen, no porque aumenten las lluvias sino porque el país se hunde’. Este lunes, Quito vivió sus peores aguaceros en 42 años: 65 mm de precipitación. El alcalde Mauricio Rodas señaló: “La estructura urbana de la capital difícilmente puede soportar semejante diluvio”.
Existieron 38 eventos de inundaciones. Uno saltó a la luz: la flamante Plataforma Financiera que con 3 mm de agua en el subsuelo 1 ya operó al siguiente día. Posibles causas: cambio en el diseño de uno de los colectores que colapsaron. Pero las redes sociales ya crearon un culpable: el Gobierno Nacional, aunque casi nadie dijo que estamos en pleno fenómeno El Niño costero, que afecta con fuerza a Perú y Ecuador, incluida la serranía.
Llegaron los memes y comentarios. Desde montajes de fotografías de una supuesta piscina, un delfín saltando, caricaturas quejándose del ‘tremendo despilfarro’ (aunque allí funcionan las principales instituciones del ramo también para futuros gobiernos), hasta ironías que más parecen una réplica del país indolente que miraban los viajeros del XIX, cuando encontraban los tambos llenos de piojos. Un tuitero escribió: “Esta revolución ha hecho lo imposible. Ha hecho una obra que se inunda a 2.800 metros sobre el nivel del mar”. ¿Teoría del caos?
El libro Los mestizos ecuatorianos, de Manuel Espinosa Apolo, dice que tras el represamiento de la ira aparece un estallido y un desfogue (tal vez porque algunos aún consideran que siguen en campaña electoral). “Por lo general, el desfogue colectivo adquiere una forma de transgresión permanente y cotidiana a las normas y símbolos que regulan el convivir social, manifestándose preferentemente en la destrucción y denigración de los bienes considerados públicos y frágiles”. Entonces, ya no es un bien público de todos sino, por poco, un edificio construido por los ‘gobiernistas’. ¿De quién sería la culpa si se cae una pared en el Palacio de Carondelet?
¿Por qué Quito no sufre como Lima las tragedias por lluvias? se pregunta el diario peruano El Comercio y explica: pese a que Quito ha registrado 118 emergencias por inundaciones y 121 deslizamientos “cuenta con un sistema de alcantarillado y planificación para evitar que el agua sobrepase los límites de la urbe”.
“Sin embargo, la capital del vecino país tiene cubierto el 93% de su territorio en alcantarillado, unos 6.000 km de redes y colectores (donde vierten sus aguas diversas ramificaciones del sistema subterráneo). En Perú, el citado fenómeno ya ha causado 62 muertos, 7.974 casas colapsadas y más de 62.000 damnificados”, refiere el matutino.
No sé si en Perú se hacen memes de su tragedia o si acá algunos estarán algo satisfechos de nuestra prevención, porque la indolencia ha saltado la línea roja. Es como si en el fondo más íntimo existieran personas que se relamieran el alma a la espera de algún desastre. Obvio, sabemos que San Pedro no nos tiene bronca. Rubén Blades lo canta: “Quien apaga un cigarrillo en un charco de sangre, / por su indiferencia se condenará”. (O)