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El Telégrafo
Marco Teruggi

Radiografía de la violencia en Venezuela

14 de mayo de 2017

La estrategia de callejera de la derecha tiene tres niveles. El primero es el de la movilización, con diputados en primeras líneas, banderas de Venezuela, inventos como el hombre desnudo sobre la tanqueta, personas en ejercicio de su “derecho a la protesta”. El objetivo es mostrar masividad, construir la idea de “un pueblo contra el régimen”. Ocurre generalmente entre las 11 am y las 3 pm.

¿Cuántos son en realidad? Apogeos de unos quince mil, descensos a pocos miles, según las fechas y el desgaste. Para saberlo hay que mirar las imágenes que suben a las redes: si predominan rostros y planos cerrados, entonces fueron pocos, si abren el ángulo de las cámaras sobre la movilización, al tiempo que lo cierran -con una curva que no permite ver más allá, por ejemplo- entonces rondan sus quince mil. También se puede ir al terreno para ver, con los riesgos que eso implica: varias personas sospechadas de ser chavistas fueron golpeadas y linchadas.

El segundo nivel es el de la confrontación, presentada como represión. Ahí actúan los grupos de choque: encapuchados, con escudos -como escenas de películas de la edad media- bombas molotov, cables de acero cruzados de lado a lado de la calle, aceite quemado en el piso, armas caseras y pistolas. Actúan organizados en células, son generalmente muy jóvenes, con preparación, financiamiento, y a la vez improvisación.

La activación de esta fase callejera ocurre cuando la movilización se encuentra con los cordones de policía que impiden el paso al centro político de Caracas, por lo general cerca de las 2pm. Se superpone, en el inicio con los momentos de mayor concurrencia, donde algunos diputados todavía presentes denuncian asfixia por los gases lacrimógenos. Cuando la movilización se desarma, estos grupos quedan concentrados en un punto central -como en la autopista Francisco Fajardo, en Caracas- o dispersos en varios puntos de la ciudad y el país, según cómo haya sido planteada la convocatoria del día.

Esos dos primeros niveles son los que se transforman en noticias, imágenes, relatos para las redes sociales y los grandes medios de comunicación del mundo que construyen día tras día la matriz de opinión contra Venezuela. La movilización es inflada en su cantidad –“multitudes”, “el pueblo”, etc.- y los grupos de choques, aun cuando su violencia es evidente, son presentados como jóvenes que son “reprimidos brutalmente por la dictadura de Maduro”.

El tercer nivel de la estrategia callejera es el de las sombras, el que debe ser estudiado con mayor detenimiento. Opera a veces interior del primero, aunque casi siempre empieza a partir el segundo, y toma toda su fuerza, por lo general, al finalizar la tarde o directamente en la noche. Cuando sucede al interior del primero y/o segundo nivel se traduce centralmente en destrozos de infraestructura e instituciones públicas, y en heridos y muertos, que pueden ser policías, integrantes de los grupos de choque, o personas que pasaban cerca de la zona del conflicto.

La derecha acusa automáticamente al gobierno de ser responsable de los hechos, tanto de los destrozos como de las muertes: ahí entra el argumento de los “colectivos”. Las investigaciones arrojan conclusiones muy distintas a esas versiones: de los 39 fallecidos desde el 6 de abril, solo 4 fueron a manos de cuerpos de seguridad -para lo cual hay 18 efectivos detenidos o solicitados- y los demás fueron producto de saqueos (13), disparos por civiles (4), barricadas (6), objetos contundentes (1), todavía por definir (11). Estos 11 casos, según las investigaciones en curso, habrían sido, en su mayoría, asesinados desde dentro de las mismas movilizaciones. Tales fueron, por ejemplo, los casos de Armando Cañizales “que falleció producto de un disparo por arma de fuego, pero se le extrajo una esfera metálica cromada de 8mm de diámetro”, y de Juan Pablo Pernalete, que habría sido asesinado por una pistola de perno cautivo disparada a quemarropa por dos encapuchados -como indica la autopsia y el video.

Los autores de los crímenes -por fuera de los 4 de la policía y 8 electrocutados durante un saqueo- pueden ser parte de los grupos de choque, o personas solitarias que producto de un llamado al odio, la violencia y la venganza contra el chavismo, pasan a operar por cuenta propia. Tal es el caso de quien lanzó una botella de agua congelada desde su casa sobre un grupo chavista, y mató a una persona que pasaba por ahí.

Es el tercer nivel entonces. Su peligro está en el anonimato. Se despliega con fuerza cuando las movilizaciones están dispersas y las matrices de comunicación ya construidas. El último caso paradigmático tuvo lugar la semana pasada en el estado Carabobo. Ahí se registraron destrozos a locales, instituciones públicas, gandolas, barricadas, el centro y varias zonas fueron tomadas por grupos de choque que llegaron a correr el rumor de que iban a asaltar las viviendas de los chavistas. El resultado fue 5 muertos, negocios cerrados, cenizas, calles desoladas, un odio/miedo/rencor/pánico dentro de la población.

En ese caso se trató de un despliegue de violencia en más de once puntos en simultáneo, que no solamente fue en zonas de clases medias-altas, como suele suceder por ser territorios opositores y gobernados por la derecha, sino que ingresó a las zonas populares de Valencia donde, justamente, se encuentra mayoritariamente el chavismo. Lo mismo había ocurrido en El Valle, zona popular de Caracas, días atrás -con un saldo de 11 muertos, entre los cuales los electrocutados- y antes en Barquisimeto, en la Ciudad Socialista Alí Primera, donde fue asesinado un niño de 14 años.

Esa es una de las modalidades del tercer nivel. Otra es el ataque sobre la población que sucede, por ejemplo, en zonas de frontera como Táchira. Ahí circulan mensajes por watsap o volante como este: “Mototaxis, taxistas, autobús, busetas, que a partir de este comunicado labore, se atendrá a las consecuencias. Negocio que abra le lanzamos granadas, mototaxi que trabaje se va a desaparecer, los buses y busetas que veamos trabajando se van a quemar con todo y pasajeros. Queremos al pueblo en la calle apoyando a los jóvenes que la están guerreando y luchando por un país libre. Atte.” Hasta la fecha más de 7 autobuses fueron quemados. Es un intento de instalar un control de territorio en manos de grupos armados -que cuando aparecen públicamente son presentados como manifestantes pacíficos.

Otra forma más del tercer nivel es el asesinato selectivo a chavistas que no ha cesado. El último caso tuvo lugar en Anzoátegui la semana pasada, donde dos dirigentes estudiantiles fueron asesinados al finalizar una asamblea: se escucharon, dijo el periódico local, unos 23 disparos. ¿Cuántos cuadros medios del chavismo han sido ultimados hasta la fecha? Todavía no existe un número certero.

La construcción mediática sobre Venezuela está conformada por el primero y el segundo nivel, presentados de manera falsa. El resultado es eficaz: gran parte del continente piensa que existe un “gobierno autoritario o dictadura que reprime a un pueblo”. Una idea que permeó en el sentido de común de muchos, incluso de sectores de la intelectualidad que se reivindican de izquierda. Es la operación de superficie, de masas. El tercer nivel, subterráneo, alejado de las cámaras, es el que intenta llevar al país al punto del enfrentamiento civil. ¿Hasta dónde quieren y pueden llevar este nivel? En esa respuesta, su concreción o no, se juega, entre factores, la posibilidad de que el escenario se agudice hasta el punto de no-retorno, o que se retorne a la vía democrática a través del llamado a la Asamblea Nacional Constituyente realizado por Nicolás Maduro. (O)

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