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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Qué tipo de Iglesia católica ecuatoriana recibirá a Francisco?

30 de abril de 2015

Dos buenos amigos sacerdotes me han puesto a pensar: hace treinta años, en la Conferencia Episcopal Ecuatoriana estaban monseñores de la talla de Leonidas Proaño y Alberto Luna Tobar, y la presidía, nada más y nada menos, Pablo Muñoz Vega. Cuando Juan Pablo II llegó a Ecuador, León Febres-Cordero llevaba en la Presidencia menos de un año y el país vivía uno de los períodos más nefastos, aunque ahora algunos historiadores miren a un lado cuando se toca esa tecla. Todo ello sin descontar el contexto internacional y que América Latina salía de las dictaduras y entraba en la ‘larga y triste noche neoliberal’.

Durante una extensa conversación con estos sacerdotes (ambos muy instruidos, estudiosos y con una enorme y cuidada formación filosófica) me han ilustrado sobre esas visiones históricas del significado del mismo papado de Juan Pablo II y las consecuencias para la Iglesia católica de su mandato en un momento clave para el planeta (empezaba ya el derrumbe del llamado socialismo real).

La presencia de Proaño y Luna Tobar ya dice mucho de lo que pasaba en la Iglesia católica ecuatoriana. Su autoridad política y espiritual no solo sostenía una corriente dentro de esa misma Iglesia sino que también daba un sentido al movimiento social, en momentos de intensa lucha política, represión estatal, dificultades económicas y una oscura y hasta extraña confusión en los movimientos sociales de la época.

Los dos sacerdotes (la historia lo dirá mejor) son pilares de una Iglesia comprometida con los pobres, contrarios a esa otra Iglesia defensora de poderes económicos, bancarios, oligárquicos y ultraconservadores que ahora se expresa en algunos sacerdotes ecuatorianos y latinoamericanos.

¿Qué Iglesia entonces recibirá ahora a Francisco? ¿De verdad los sacerdotes actuales, la cúpula de la Conferencia Episcopal, sintonizan con la visión de un Papa que pide modestia y sencillez, austeridad y cero corrupción? ¿Hay verdadero entusiasmo político por su arribo en esas instancias eclesiales? ¿Hasta dónde, de verdad, hubo un trabajo intensivo para traerlo o pesó más la gestión de Rafael Correa? ¿Qué país religioso recibe al Sumo Pontífice donde parecería que los católicos son ahora menos y la labor pastoral adquiere otros contenidos y visiones?

Francisco llega a otro país del que conoció Juan Pablo II. Y por ningún lado hay modo de contradecir esta afirmación desde las cifras y el ‘paisaje’ social. Pero también quien llega es un sacerdote con una auténtica voluntad política de cambiar las cosas, de enfrentar los problemas y devolver a los católicos la razón de ser de su existencia espiritual. Ha pedido tierra, techo, trabajo y paz.

Por eso la duda, valga la reiteración, es qué Iglesia católica ecuatoriana recibirá a Francisco y hasta dónde su presencia conlleva también una revisión de lo hecho por esa Iglesia hace treinta años para acá. Por lo pronto, hay dos presupuestos:

1.- La cúpula y la comunidad católica no son ya ese referente de transformación social desde los pobres. Alguien diría que se aburguesó. Tesis que se refleja en esas disputas internas e intensas entre algunos sectores religiosos ecuatorianos.

2.- Ecuador y Bolivia son los dos países donde los proyectos políticos en el poder han alcanzado mejores resultados y adquieren un cierto prestigio internacional por atender a los pobres y configurar un modelo político propio que, a ojos del papa Francisco, es mucho más cercano a sus postulados y creencias. (O)

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