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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¡Qué miedo! Ya se acabó el miedo

12 de mayo de 2015

Desde algunos sectores, ‘personalidades’, activistas, periodistas y políticos salta al ruedo una frase y lugar común: se acabó el miedo. Incluso, han creado un hashtag #SeAcaboElMiedo, el mismo, igualito, al usado por la oposición venezolana, con una carga violenta, en febrero de 2014.

Y entonces salta la pregunta: si ya se acabó, ¿qué viene ahora? Pero antes habrá que preguntar cuándo y cómo se expresó el miedo del que ahora, supuestamente, se ha salido con una gran dosis de valentía, testosterona y una unidad política sin parangón alguno. Bajo ese supuesto miedo se hicieron varias acciones políticas, incluso participación electoral, de la cual fueron derrotados los que ahora han perdido el miedo; sin descontar que con ‘miedo’ armaron varias discusiones, demandas, protestas y reuniones por todas partes.

¿Con miedo no se hizo una propuesta de revocatoria del mandato y un experiodista recogió firmas? ¿Con miedo no se hizo una campaña para dejar el petróleo bajo tierra en el Yasuní? ¿Con miedo no se agrede y ofende a diario a quienes simpatizan con el Gobierno y hasta se invade su privacidad por el solo hecho de que si son funcionarios públicos o partidarios de Correa toda su vida debe ser investigada y ventilada en las redes sociales?  

Posiblemente, ahora que ya se ha perdido el miedo, entrará en su segunda fase la operación que se construye desde el año pasado y la cual está bien orquestada por quienes fungen de libertarios, pero en realidad responden a una estrategia regional. Es decir: perder el miedo supone que hay valentía y hay acciones en marcha. Esa segunda fase es calentar o incendiar las calles, evidentemente.

Y por ello el FUTy la Conaie, como brazos ejecutores de esa estrategia, ahora se preparan para nuevas acciones. Luego vendrá lo que ya se hizo en Venezuela: crear caos, construir víctimas y victimarios, mártires y héroes, para llevar todos los ‘casos’ a las instancias internacionales. ¿No fue eso lo que se hizo en las décadas del sesenta y setenta y que bien describen en su libro Jaime Galarza y Francisco Herrera?

Lo penoso de todo esto es que quienes impulsan esa pérdida de miedo se convencen todos los días de que efectivamente sin ‘miedo’ ya el mundo cambió; sin ese miedo, todos los caminos conducen a Carondelet; sin miedo la lucha de clases solo tendrá un final feliz y, por fin, sin temor alguno, tendrán las calles llenas de desesperados luchadores por la libertad levantando las banderas de la unidad nacional y la revolución definitiva.

Es decir, sin ese miedo, al parecer, ya tiene sentido todo el cúmulo y acumulación de fuerzas opositoras que se unen bajo el liderazgo de Guillermo Lasso y Jaime Nebot.

Pero en realidad, lo de fondo, es que ya hay plata para trabajar, organizar y salir a las calles. ¿Ese miedo se esfuma con plata quién sabe de dónde? ¿Con plata desaparecen los fantasmas y los ‘cucos’ de la política y la ‘represión totalitaria’?

Ahora, los ya no miedosos se reunirán en hoteles lujosos para preparar las acciones más valerosas, nunca antes vistas en Ecuador. Y como ya no hay miedo, veremos los próximos días a muchos valientes (hombres y mujeres, como los que se reunieron en Guayaquil la semana pasada, militantes de izquierdas y derechas) saltar a la palestra y decir cualquier cosa porque, como ya no hay miedo de injuriar y mentir, serán protagonistas de la más patética acción mediática, libre y libertaria. (O)

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