No hay duda de que puso todo su empeño y supo calibrar el momento político. Pero quizá se excedió. Claro, colocó todos los huevos en la misma canasta: apostó todo su capital político para diluir la posibilidad de que Rafael Correa optara por la reelección. Y tras la decisión del actual mandatario de incluir una transitoria y descartar ser el candidato del movimiento PAIS en 2017, se le cayó toda la estantería.
¿Pero esa es la única causa? ¿Se puede atribuir a esa explicación la pérdida de apoyos y su caída en las encuestas? ¿Podemos imaginar un repunte de su candidatura o, en el escenario futuro, su renuncia para consolidar en la oposición un frente único, siguiendo el “buen ejemplo” de la MUD de Venezuela? ¿De qué le ha servido estar una vez por semana en Ecuavisa, el amplio despliegue de cada uno de sus actos en los diarios privados y comerciales (en particular en uno que recibe gran publicidad del Banco de Guayaquil) y las entrevistas enormemente indulgentes en varias emisoras? Por lo pronto se me ocurre una sola explicación política: no cuenta con el apoyo de toda la derecha política, ni del empresariado guayaquileño ni de las élites capitalinas. ¿Por qué? Hay desconfianza.
Dicen que cuando era un banquero en ascenso no satisfizo todos los favores solicitados, competía con “malas mañas” con sus colegas financistas e industriales y que le gusta jugar solo, sin considerar el sentido y el poder de las alianzas. Cuentan que quienes lo rodean tampoco garantizan la confianza política necesaria para pactar. Y queda una última duda, o potencialmente sospecha: algo pasó entre él y Jaime Nebot que jamás irán juntos en ninguna papeleta, bien como pareja o como alianza de sus respectivas organizaciones.
En Quito, por lo menos, tiene problemas con el sector más afín a Mauricio Rodas (cada vez más pequeño, por supuesto). Un potencial binomio con Esteban Paz es imposible (ya el dirigente de la Liga se frotó las manos con la posibilidad de ser el segundo de Jaime Nebot). Habrá que esperar. Pero entonces en Quito solo le quedaría la opción de un grupo muy reducido en el que las cabezas más visibles son César Montúfar, Andrés Páez y Fausto Cobo. Y en el resto del país su organización es una “colcha de retazos” que no garantiza su fuerza electoral.
Por todo lo anterior, ¿qué puede pasar con Guillermo Lasso como potencial rival del candidato de PAIS, tal como ocurrió en 2013? ¿Podría renunciar para ceder a un frente amplio de oposición? Por lo visto, por lo invertido, por lo no dicho y por el aparato montado es muy difícil que renuncie al objetivo político capital con el que se ha plantado en su nueva etapa de vida. Y también porque frente a la otra derecha ofrece otra propuesta política, un discurso diferente, aunque en términos sociológicos podría entenderse como una disputa en el bloque de poder y/o oligárquico del Ecuador. Y siendo así, habría que pensar hasta dónde esta situación también obliga a una nueva postura de todos los sectores de oposición para vislumbrar una verdadera disputa democrática con una “derecha patriótica”. (O)