Existe relación directa entre economía y mentalidades empresariales. Las investigaciones sobre el tema destacan que en América Latina esas mentalidades han cambiado en el tiempo, son distintas a las de los países capitalistas centrales y diferentes en la misma región. La relación entre economía y “mentalidad empresarial” está poco estudiada en Ecuador. Durante el primer siglo republicano predominó la actitud señorial, rentista y terrateniente, de modo que el país ni progresó, ni superó las pésimas condiciones de vida y trabajo mantenidas entre indígenas, campesinos y trabajadores, en general.
Con la Revolución Juliana (1925) y más tarde gracias al modelo desarrollista, fue la intervención del Estado en la economía la que modernizó al país y propició el crecimiento empresarial, así como fueron las políticas sociales impuestas desde el Estado, las que mejoraron las condiciones de vida y de trabajo de la población. La “mentalidad empresarial” siempre rechazó ese “estatismo”.
Durante las décadas finales del siglo XX, las mentalidades empresariales pasaron a estar condicionadas por la ideología neoliberal. Desde esa visión las élites han juzgado al Estado, a las relaciones laborales e incluso a los gobiernos progresistas y de nueva izquierda latinoamericanos. Después de los triunfos derechistas en Argentina, Venezuela, Bolivia, tras lo cual se expresan intereses de elites poderosas, se presenta una coyuntura ideal para que refloten “mentalidades empresariales” mantenidas en suspenso.
En Ecuador, dos ejemplos resultan por demás ilustrativos: en su reciente artículo, un reconocido académico de clara inclinación empresarial, sostiene que se impone una combinación de “empleo y flexibilidad”, y plantea, entre otros puntos: restaurar el contrato a plazo fijo; eliminar recargo del 35% a los salarios para contratos eventuales; ampliar reglas para el uso del contrato por obra o servicio determinado; “precarizar” las relaciones laborales; “flexibilizar” los sistemas de remuneración, la jornada semanal de trabajo y la contratación colectiva; adoptar la jornada parcial permanente; retornar (ciertas actividades) al contrato por horas; propiciar contratos de trabajo de ejecución a distancia (http://goo.gl/bbN6V0).
Otro empresario e industrial muy considerado en su gremio, dice, en reciente entrevista, que “hay que salir con ideas creativas” y propone crear una “libreta laboral” para acordar con el trabajador dos mil (o mil) horas al año, que se cumplirían cuando sea necesario al empleador, libreta que vendría con una tarjeta de crédito, cuyo cupo de gasto, hasta el monto del salario del trabajador, sería garantizado por la empresa. No tiene dudas de que “gana” el trabajador y “gana el empresario porque baja sus costos”. Añade que también se requiere una “ley de protección de quiebra” y que en la negociación de la jornada con el trabajador el Estado, el gobierno, “no se meta” (http://goo.gl/amU2G7). Cabe preguntarse, ¿qué pasará en Ecuador cuando se imponga la mentalidad empresarial con estos conceptos…? Mejor revivir la esclavitud. (O)