Es muy difícil fijar un límite para periodistas y ONG. La política nos (y les) rodea por todo lado. A unos más que a otros. Incluso, a los periodistas deportivos y a esas entidades, gremios y asociaciones deportivas les pasa la política por sus poros. ¿Y los que hacen periodismo cultural? ¿Son tan neutros o asépticos de la política? Para nada. Y eso no ocurre porque les interese a fondo, sino porque las realidades, coyunturas, épocas y/o ciclos sociales convocan a involucrarse en la transformación de la sociedad que solo puede ocurrir desde la política (como ese espacio de disputa, impugnación y/o legitimación del poder).
Ahora bien, como ciudadanos los periodistas tenemos unas posturas y unas visiones, pero no podemos confundir ello con nuestras responsabilidades profesionales con los medios para los que trabajamos y para nuestras audiencias. Y eso no ha quedado claro en algunos periodistas militantes (aunque se disfracen de libres e independientes). Basta ver cómo ahora, desde sus blogs hacen lo que en sus medios no podían, no por falta de libertad o de autonomía, sino porque no eran sus plataformas políticas privadas. Así lo entienden algunos dueños, administradores o regentes de esos medios. De todos modos es un asunto polémico y de larga data, mucho más si los periodistas y los medios machacan todo el tiempo con una supuesta independencia.
En cambio las ONG entran en otra dimensión porque tienen estatutos, responden a una organización concreta y no son precisamente un partido político o una empresa privada, aunque algunas se camuflen en esa condición para hacer precisamente todo lo contrario. Su razón de ser, ante la inexistencia de Estado (como ocurrió en Ecuador durante décadas), es hacer lo que no hacen las instituciones públicas o, por último, acompañar su trabajo, asesorar y hasta coordinar con ellas para que la sociedad civil sea la gran beneficiaria. Bastaría revisar la historia de las ONG en América Latina para verificar de dónde salieron, en qué momento tuvieron auge y cuál ha sido el destino de algunas de ellas para entender por qué existieron o sobreviven. ¿Ya alguien habla del sentido histórico y benéfico real de la Fundación Natura, por ejemplo? ¿O de la ONG Participación Ciudadana? ¿No tuvieron protagonismo real cuando no había Ministerio del Ambiente y políticas plenas de participación ciudadana?
Pero habría que preguntar cuáles son los espacios de política y participación de los periodistas. ¿La UNP? ¿Los blogs y las redes sociales? ¿Y para qué requerimos de esos espacios? ¿Solo para “luchar contra los poderes”? ¿Para reivindicar nuestros derechos? ¿Quienes ahora desde los blogs luchan contra los “supremos poderes” hicieron algo por sus compañeros despedidos en los medios donde trabajaron o por la precariedad laboral o el autoritarismo de sus jefes? ¿Han hecho algo para mejorar la calidad de la formación de los periodistas y de los contenidos?
Sí, los periodistas y las ONG hacemos política pero no precisamente para reemplazar a los partidos políticos ni para tender la cama a un candidato y mucho menos para defender los intereses económicos particulares de un grupo, banco o empresa. (O)