Una de las mayores preocupaciones de quienes investigan y analizan el lavado de dinero es que los paraísos fiscales han concentrado tanta plata de empresarios, mafias y grupos criminales que le dan a esas islas o países pequeños una enorme fortaleza financiera.
Varias fuentes señalan a EE.UU. como el primer país proveedor de dólares en los paraísos fiscales por fuera de sus fronteras, pero es a la vez el tercer receptor de dinero en sus territorios donde la legislación garantiza la confidencialidad de quienes ponen sus riquezas en empresas y bancos, y a la vez no pagan impuestos por esos depósitos.
La primera duda que salta a la vista de lo anterior es por qué no hay una sola empresa o persona estadounidense señalada en los llamados ‘Panama Papers’. Sospechosamente el mayor proveedor y el tercer receptor no luce ni brilla en esa ‘investigación periodística’ que cuenta con fondos de entidades vinculadas al Gobierno de EE.UU.
Si con estos dos simples datos podemos elucubrar tendríamos otra investigación periodística de mayor envergadura a la revelación de los cables de WikiLeaks de 2010. Y a la vez da para pensar por qué esos documentos son revelados por medios de comunicación muy vinculados a organizaciones y empresas mediáticas muy afines a la línea estadounidense.
Entonces, ¿no será que detrás de todo esto hay dos objetivos fundamentales? El uno es de orden político: ¿quebrar y bombardear la imagen de Vladimir Putin? ¿Por qué la mayor parte de portadas de los diarios europeos y estadounidenses que publicaron los ‘Panama Papers’ colocó la imagen del jefe de Gobierno ruso? ¿Hay algún papel ahí que lo vincule directamente? ¿Hay una sola prueba de que él como ciudadano tenga responsabilidad directa en la constitución de empresas o de negocios o transacciones vía paraísos fiscales?
Y la otra duda es de carácter económico: ¿No será que con el ‘susto’ y estigma lanzado contra Panamá los empresarios, mafias y grupos criminales trasladarán sus bienes y dinero a los paraísos fiscales de EE.UU.? ¿Panamá quedará como una nación pequeña que ahora tendrá que vivir solo de lo que produzca y no del movimiento financiero (se calculan más de 50 mil millones de dólares al año) que no paga impuestos, pero le da una fortaleza en sus cuentas y en la generación de empleo a tantos estudios jurídicos, bancos y todo el aparataje vinculado a este negocio? ¿Ya no es útil este país para un negocio tan oneroso?
Creo que las dos son válidas suposiciones a la luz del modo en que actúa este consorcio de periodistas. A diferencia de WikiLeaks, que puso a disposición del mundo todos los cables en 2010, ahora este consorcio abre una parte, dice que son 11 millones de documentos, pero no están todos, pero al mismo tiempo (gracias a la presión y a las dudas generadas) ahora promete exhibir todos los documentos, pero “en la primera semana de mayo”.
El tiempo es un gran revelador de verdades, intenciones y, sobre todo, de cómo se expresan ciertos actores políticos cuando trabajan para determinados intereses. Ecuador es una referencia en este modo y los periodistas y medios que ya hicieron lo mismo con los cables de WikiLeaks serán de nuevo expuestos en su verdadera naturaleza cuando tengamos todos los documentos. (O)