Con mis estudiantes de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Cuenca, asumimos el reto de pensar una nueva ética que empate con la filosofía constitucional del Buen Vivir; para esta tarea tomamos dos referencias: la Constitución de Montecristi y el texto del teólogo de la liberación, Leonardo Boff, Ética y Moral, donde aborda las bases críticas para la construcción de una conciencia planetaria.
Partimos del Buen Vivir como una propuesta integral de nueva sociedad, que articula los aspectos sociales, económicos, culturales y políticos, permitiendo a las personas y colectividades su realización plena y continuidad en un entorno social, democrático, solidario y ambientalmente saludable. Aquí el Sumak Kawsay andino (vida plena) cobra fuerza y sustento.
En correspondencia, la nueva ética no puede plantearse por fragmentos, por el contrario, debe ser un todo consistente y realista, que parte de una revolución individual, hacia una verdadera revolución social. Aquí, algunos de sus elementos integrantes:
Ética social y de convivencia: el respeto a los derechos humanos, a los derechos colectivos de pueblos y nacionalidades, derechos de minorías y de los otros que, desde nuestra visión, consideramos diferentes; la vivencia real y efectiva en una sociedad pluricultural.
Ética política: la transparencia como eje fundamental entre discurso y gestión; la responsabilidad con la sociedad en su presente y futuro; la solidaridad como norma para romper la brecha de inequidades; la rendición de cuentas programática y no propagandística; la creación y respeto de instituciones para el ejercicio de la plurinacionalidad; y el respeto supremo con el pacto constitucional establecido.
Ética ambiental: el cambio radical de nuestra actitud frente a la naturaleza y sus denominados recursos. El entendimiento de los ciclos de vida, su integridad e interacciones; el religamiento entre seres humanos y naturaleza como garantía de continuidad de la morada entera, que es única y de la cual somos esencia y materia. Asumir los derechos de la naturaleza y abandonar la depredación y el extractivismo es condición vital en la ruta del Buen Vivir; naturaleza finita y explotación infinita es insostenible.
Ética de la economía: fomentar la economía y producción propias orientadas a satisfacer solidaria y recíprocamente las necesidades internas en un justo intercambio rural-urbano; industrias limpias bajo responsabilidad social, ambiental y económica; nuevos patrones de consumo sustentados en necesidad y calidad.
Ética del conocimiento: el desarrollo de la ciencia y la tecnología, eficiente social y ambientalmente para responder a las crecientes necesidades humanas; crítica para develar las irracionalidades del sistema dominante y propositiva y movilizadora para ubicar alternativas, viables, sustentables y democráticas.
Este conjunto de reflexiones iniciales sobre el paradigma del Buen Vivir y su ética significan un importante proceso en nuestra academia; será muy valioso si este ejercicio ciudadano se multiplica en todas las universidades para construir nuevos valores civilizatorios con la juventud y promoverlos en todos los espacios con convicción y tenacidad, solo así podremos romper el paradigma de conquista y poder imperante.