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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

Esa izquierda pura, como ‘cajita feliz’

31 de mayo de 2015

Una forma perversa de vender algo en combo se llama ‘cajita feliz’: en realidad compras una hamburguesa o cualquier tipo de comida chatarra bajo el embrujo de que aparte gozarás de la bondad y dulzura de un muñequito. Y, más perverso aún, ese muñequito atrapa a los nuevos consumidores del capitalismo más voraz e ‘imaginativo’: los niños. Algo así pasa con la llamada (o estigmatizada) izquierda infantil.

El capitalismo ha sido muy hábil en revolucionarse así mismo. Y la derecha ecuatoriana actual, de algún modo, también lo hace cuando incorpora ciertas demandas del movimiento social y de la izquierda para colocarse algo ‘ligth’ en el escenario electoral que se aproxima.

Por eso no es difícil que grupos y dirigentes de esa ‘izquierda infantil’ caigan en el juego y ahora crean en la unidad de los diversos y en el consenso como factores para acabar con el ‘peor mal de la historia’: el correísmo.

Esa izquierda es la cajita feliz del proyecto neoconservador, sin lugar a dudas: con una supuesta bondad y unos atributos morales vende al electorado un producto chatarra, con harto colesterol neoliberal y para expandir el capitalismo en su más pura esencia. Y todo ello con el acolite de la prensa comercial que ahora se muestra ‘progresista’ y de lado de las ‘grandes causas’ (bien financiada con ‘mil hojas’ y ‘fundamiedos’).

Por eso creo que ha llegado el momento de entender antes que justificar nada: la izquierda pura del Ecuador ha reconocido que no es opción electoral y por tanto ya optó por dos caminos: un sector se une a la derecha y otra prefiere “el aislamiento electoral y atrincherarnos en la movilización y organización popular abajo en la base”, como lo justifica Pablo Ospina.

http://lalineadefuego.info/2015/05/19/la-pureza-y-las-estrategias-de-las-izquierdas-por-pablo-ospina-peralta/

Siendo así, su concepción del poder y su ‘ambición’ política para incidir de forma expresa y permanente en la realidad queda para otros tiempos. Ahora, en la lógica muy particular de ese símbolo perverso del capitalismo (la cajita feliz) quedarán, sobre todo los que se unen a la derecha como el adorno más noble, bajo las banderas de las libertades y el respeto al mercado.

Nadie puede decir que ahora vivamos la transformación revolucionaria que demanda Ospina, pero con su postura (como otros autodenominados la verdadera izquierda del Ecuador) nos quedaría esperar ad infinitum para imponer su programa más radical: “la histórica reivindicación de la reforma agraria, la critica al libre comercio, el compromiso gubernamental con los jubilados, la lucha por superar el extractivismo, el principio de una educación alternativa y respetuosa de los niños, los jóvenes y los educadores”, como pide Ospina.

Estando de acuerdo que esos puntos programáticos hay que disputarlos todo el tiempo (fuera y dentro del gobierno), lo paradójico es que la izquierda ‘cajita feliz’ no encuentra el cauce para hacerlos realidad y le haga el juego más perverso a la derecha con tal de construir su enemigo de “clase, histórico, estratégico y hasta trascendental” en el ‘correísmo’, cuando en realidad bien pudo ser (y lo fue) su aliado hasta que tocó los intereses de su corporativismo más crudo. (O)

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