Todos hemos ganado, le escuché decir un día a un empresario responsable y, por decirlo de algún modo, patriota, convencido de que en Ecuador hay condiciones para el desarrollo no solo del capitalismo sino de otros modos de producción. Cierto, todos hemos ganado con este proyecto político, por varias razones y explicaciones que sobran ahora. Pero hay unos empresarios quejosos, sufridores, que quieren más, a quienes nunca les alcanza nada. Incluso, cuando tienen dos o tres ministros ‘amigos’, afines o allegados en el Gobierno creen que desde ese ministerio revertirán a su favor el modelo político y entonces hacen cálculos para ver cuánto más podrán ganar. Pero si despiden a ese ministro hacen comunicados, homenajes y se lamentan porque sus ganancias podrían descender.
¿Por qué se comportan así? ¿Qué hace que este sector social y económico del país permanezca en esa condición ambiciosa de siempre pensar en la rentabilidad económica y no necesariamente en la social y en la ecológica?
Un amigo muy cercano me cuenta que hasta León Febres Cordero se encolerizó con los empresarios casi al final de su mandato. He buscado esas declaraciones y no las encuentro, pero confío en este amigo con una memoria enorme para detalles como estos. Y el reclamo habría sido que ya les dio todas las facilidades y oportunidades y ‘joden’ más.
Ahora que la situación económica se pone difícil, el Gobierno envió el proyecto de ley para la alianza público-privada y parecería que algunos empresarios están dichosos y hasta eufóricos para que les entreguen las carreteras, los proyectos estratégicos, escuelas, colegios, hospitales, etc., para ellos administrar, invertir o comprar. Hasta las gasolineras quieren, sabedores que eso es plata fresquita, del día a día. Todo eso sin pagar impuestos, con todas las facilidades. Osea, ya que el Estado (al que detestan) hizo lo que nunca hicieron ellos corriendo todos los riesgos, ahora quieren sacar el provecho de su vida y para ello cabildean de todos los modos: salen en la prensa conservadora a ponderar las bondades de la inversión privada y piden más y mejores condiciones.
Pregunta inocente: ¿Por qué no arriesgaron antes? Dirán que no había condiciones y el trillado argumento de la inseguridad jurídica. ¿Y por qué en el sector de la economía popular y soliaria sí hubo conciencia para arriesgar y los pequeños empresarios y los emprendedores sí asumieron un compromiso y les ha ido bien? ¿Por qué en este sector con las salvaguardias han producido y vendido por alrededor de 300 millones de dólares?
Lo de fondo sería pensar hasta dónde hay conciencia política real de esos empresarios ambiciosos que ahora creen que llegó su momento para ganar mucho más y aprovecharse del Estado que les dio la base estructural, la obra física y hasta una mano de obra calificada para que desarrollaran otros proyectos, pero estuvieron siempre quejándose o, por qué no, inyectando plata en determinados grupos políticos para soliviantar el proyecto político y volver a los viejos tiempos neoliberales. (O)