Combate al ego, manejo del fracaso, apuesta por el humor para eliminar el dolor, exigencia de que dejemos de ser víctimas y seamos amos de nosotros mismos, el concepto de que el odio hiere y daña al que odia, su posición incluyente del ‘Otro’ y su aceptación de la crítica, constituyen herramientas de la resiliencia con las que seguramente Lenín Moreno enfrentó la adversidad y que hoy busca encarnarlas en un estilo orientado a materializar el Buen Vivir en el diálogo, la toma de decisiones participativa, la superación de las ideologías y las confrontaciones y la corresponsabilidad política y social.
Más aún, su lema ‘Nada sobre los ciudadanos sin los ciudadanos’ está inspirado en el ‘Nada sobre nosotros sin nosotros’, que demandaron las personas con discapacidades para ser incluidas en la elaboración de la Convención sobre sus derechos, constituyéndola en un hito universal en materia de justicia y equidad, experiencia particular de democracia participativa que quiere aplicarla en la toma de decisiones de su gobierno.
Pero esta otra cara de la utopía del Buen Vivir tendrá que materializarse en un contexto mediado por los intereses oligárquicos -que ya le están chantajeando con un ‘cambio de rumbo’ y la aplicación de su agenda para reconocer su legitimidad-; en un país corporativizado, en el que el interés particular privado prima por sobre el bien común. Ya los grandes comerciantes de derecha y ciertos dirigentes indígenas han hecho gala de esta visión autocentrada, demandando desde ‘libertad económica sin restricciones’ y ‘austeridad fiscal’, hasta que ‘devuelvan las escuelas indígenas’, pasando por la eliminación del impuesto a la renta y la ‘amnistía para los perseguidos políticos’. Todo ello en el marco de la nueva coyuntura de cara a las elecciones de 2019 que prolongará la agenda corrosiva y desestabilizadora de la derecha.
Por otra parte, Ecuador está aún lejos de ser un Estado tan institucionalizado que su Presidente ‘puede pasar inadvertido’. Pese a la reforma institucional impulsada por la Revolución Ciudadana, la cultura de la corresponsabilidad cívica está aún en ciernes, como el mismo Lenín lo reconoce al llamar a ‘pensar más en los otros que en uno mismo’. La ciudadanía es todavía un desafío en construcción. Demanda, por tanto, la continuidad de una pedagogía política crítica a fin de materializar el cambio en las relaciones de poder que promueve el Buen Vivir, cuestión que no puede obviarse a menos que quiera entregarse a la derecha mediática la dirección intelectual y moral de la sociedad.
Así pues, el adecuado balance entre su rica experiencia subjetiva y las condiciones objetivas del país, entre su vocación participativa y su firme e ineludible representación del proyecto político por el que votó la mayoría del pueblo ecuatoriano, será el gran desafío del ‘nuevo estilo’ de gobierno con el que Lenín Moreno deberá consolidar la Revolución Ciudadana en esta nueva etapa de su desarrollo. (O)