En un año preelectoral y electoral, y con una profunda recesión y crisis global, sin duda que los ánimos de los actores políticos y sociales estarán cada vez más crispados. Los ataques de la oposición al oficialismo serán cada vez más agresivos. Se trata, por supuesto, de hacer daño al Gobierno, para intentar restarle votos a la hora de acudir a las urnas.
Sin embargo, parece ser que el propio Gobierno se empeña en -como dicen los colombianos- dar papaya (motivos) a la oposición. Los temas delicados los convierten en conflictos que solo pueden resolverse en la última instancia, es decir con el Presidente. Si no, veamos unos pocos ejemplos.
En el Ministerio de Defensa, sabido era que una de las mayores preocupaciones de los militares, activos y pasivos, era -y es- el tema del Issfa.
Y sin embargo, siendo un tema administrativo, se convirtió en tema político. Solo se pudo resolver cuando intervino el presidente Correa. Y lo resolvió a su modo, cesando al Alto Mando militar.
El tema de la Universidad Andina fue tan mal manejado por las autoridades de la educación superior, que -a pesar de la existencia de una norma tan clara y expresa- se ofreció en bandeja de oro para que el entonces rector Enrique Ayala Mora lo convirtiera en una gran plataforma política de oposición.
Y solo pudo solucionarse cuando llegó a instancias del presidente Correa, quien lo resolvió a su modo, advirtiendo que, en caso de no cumplirse con la norma, a la universidad se le retirará su licencia en Ecuador.
Ahora mismo, el caso del colegio nacional Montúfar. Ha sido tan mal implementado el tema de la reubicación de los docentes que provocaron tal clima de inconformidad en los estudiantes que rápidamente se convirtió en el mejor caldo de cultivo para los siempre atentos militantes del ex MPD. Ya lo hemos dicho antes, el ministro Espinosa y sus autoridades no dialogan, no incluyen; excluyen. Entregan grandes obras de infraestructura, pero no dialogan con los estudiantes, solo imponen su autoridad. Y, nuevamente, tuvo que resolverlo el Presidente a su modo.
Y así, podemos citar muchos más ejemplos. Se supone que los ministros de Estado son los fusibles para el Presidente. Los ministros son quienes deben proteger al Presidente. Son los ministros quienes, con su eficiencia y oportunidad, deben solucionar los conflictos que se presentan, pero no. Solo se solucionan cuando llegan a instancias del Presidente. Es decir, el Presidente es el fusible de los ministros. Pero claro, es el Presidente quien asume también el costo político de los conflictos.
En un año electoral, y en medio de dificultades económicas, sobre todo en relación al empleo, las medidas -laborales y económicas- que se adopten pueden marcar la pauta del camino hacia las elecciones de 2017.
La oposición no tiene propuestas y, lo que es peor, no le interesa tenerlas. Solo quiere pescar a río revuelto. Con que el Gobierno siga dándole papaya, se dará por bien servida. (O)