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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Cuándo hablamos de interés público?

24 de mayo de 2015

La rendición de cuentas de un municipio no es estrictamente un asunto de interés público que merezca total cobertura de un medio de comunicación, por más local, nacional, público o privado que sea este. Y digo esto desde una mirada absolutamente personal y profundamente periodística, por las razones que paso a exponer desde esta condición de periodista.

Uno: Lastimosamente buena parte de la rendición de cuentas de muchas entidades públicas -particularmente de ciertos municipios- constituye más una larga lista de lo que se ha querido hacer antes de lo que se ha hecho en concreto. ¿No es eso lo que Mauricio Rodas hizo en todos los medios, incluido en La Hora? ¿No hay un cubrimiento por demás generoso a lo que dice y no con lo que en realidad hace este alcalde? ¿La Hora es un diario crítico y ‘valiente’ con Rodas o con Jaime Nebot, a quienes no les dedican un solo editorial ‘duro’? ¿Alguien recuerda la rendición de cuentas de Nebot?

Si todos los medios y periodistas tuviésemos que cubrir todas las rendiciones de todas las instituciones públicas (alrededor de 27 ministerios, 137 asambleístas, 224 municipios, 23 prefecturas, centenas de juntas parroquiales, sin descontar entidades autónomas y FF.AA., Policía, Bomberos, etc.), ¿efectivamente estaríamos hablando de que todo lo que ese conjunto diga es, en estricto rigor de interés público? ¿En cuánto espacio cabría ese cúmulo de datos, discursos e informes?

Dos: La disputa local entre el alcalde de Loja y diario La Hora (de la cual la familia propietaria también es lojana) no es de ahora y tampoco tiene que ver con una puntual rendición de cuentas. Los dos actores políticos (el diario y el alcalde) lo saben y se han ‘enfrentado’ desde lo que los Vivanco han dicho y dejado de publicar del alcalde Chato Castillo. Por tanto, no es un asunto casual, particular, eventual o solo mediático. Hay ahí una historia de disputas políticas, personales y hasta de control ‘territorial’ por ocupar la hegemonía lojana. ¿No dijo el abogado de ese diario que también había un asunto de deudas por cobrar del medio de comunicación al municipio lojano?

Tres: La victimización de la que ahora hace uso político La Hora vuelve sobre un motivo central: no les gusta ni aceptan la Ley de Comunicación y ese diario también es un soporte político de esa plataforma concertada y articulada de la prensa privada para ‘echar al tacho de la basura’ esa normativa que garantizó los derechos laborales de un fotógrafo ilegalmente ‘dado de baja’ por la empresa editora de La Hora.

Cuatro: Si efectivamente quieren contribuir al debate público y periodístico de qué hablamos cuando usan el derecho a la resistencia para no aceptar o por lo menos considerar que sí hay asuntos de interés público. Lo más responsable de La Hora, su director y su editor general, es ser autocríticos con lo que hacen todos los días con asuntos efectivamente de interés para sus lectores que dejan por fuera porque, supuestamente, son ‘propaganda’ para el gobierno y ataques a los municipios de Quito y Guayaquil. Y al mismo tiempo, como todo diario privado, contienen una agenda informativa con base en unos postulados absolutamente mercantiles y políticos. Y, por eso, jamás se pelearán con empresas poderosas, a las que sí atienden como sujetos de ‘interés público’.

La decisión de la Supercom convierte a La Hora en una víctima de algo que no merece ni siquiera medio minuto de discusión académica o jurídica, cuando hay algunos temas profundamente preocupantes en la acción pública de ese diario con respecto a lo que un (su) código deontológico podría demandarles todos los días, en cada una de las secciones y por todo el enfoque de la realidad.

Su editor general, por ejemplo, no es una víctima de la Ley de Comunicación sino un actor político que con sus tuits y comentarios expresa muy transparentemente cómo entiende y valora su función como periodista. ¿Yno es ajeno a esa actoría cuando ejerce de ‘dramaturgo’ en un teatro de Quito con ‘obras’ que intentan sintonizarse con la plataforma política y electoral de la derecha ecuatoriana? ¿Cuánto de editor general y cuánto de político opositor tiene para ahora afrontar sus responsabilidades públicas por el enfrentamiento político con su paisano, el alcalde de Loja?

Lo que sí requiere una discusión más profunda, inteligente y sabia es saber qué entendemos por interés público, de relevancia para los lectores y las audiencias. ¿Es de interés público cultural las dos páginas de fotografías de los cocteles que publica La Hora o una buena reseña o crítica del lanzamiento del libro de donde salen esas fotografías? ¿Hasta dónde efectivamente estamos abordando todos los medios los asuntos de interés de los ciudadanos y no los de la oposición o los del gobierno como parte de nuestra agenda diaria?

Hay cosas de verdadero interés público que La Hora ha dejado por fuera de sus páginas por concentrarse en su actoría política de oposición (a veces por satisfacer también asuntos de interés comercial) como para que nos ocupemos con tanta pasión del show de rendición de cuentas de un alcalde. (O)

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