Conaie, Manuela Picq y Estado Plurinacional o el drama y la paradoja
23 de agosto de 2015Parecería que Manuela Picq ha dado la clave, más allá de la telenovela armada en el aparato mediático sobre su relación amorosa: el objetivo de fondo de la Conaie es el establecimiento real del Estado Plurinacional que, según ella, implica una “redistribución de la autoridad para decidir todos juntos”, así como una “reinvención del Estado” y cómo se “comparte autoridad política”.
En una entrevista, la politóloga, como se autodefine, no mencionó una sola vez las enmiendas constitucionales. Y si damos por hecho que ella alimenta de argumentos teóricos y políticos a la dirigencia de la Conaie, habría que preguntarse hasta dónde es solo una muletilla lo de las enmiendas, o ella no entiende a sus compañeros y mucho menos a los intelectuales, activistas, agitadores y periodistas que luchan por el archivo de las mismas, junto a todo el “enorme conglomerado” de la derecha.
Así, estamos de nuevo -para parafrasear a Leopoldo Benítez Vinueza- en un Ecuador entre drama y paradoja sobre el tipo de relación que la sociedad en su conjunto debe tener con el movimiento indígena, cómo el Estado en representación de esa sociedad se convierte en plurinacional y cómo ahí actúan las comunidades y su dirigencia indígena. Porque al hablar de estos temas saldrá de ley el dato de la realidad: la población autodefinida indígena en el censo de 2010 era del 7% del total nacional, mientras la Conaie sostiene que es el 45%. Y por lo mismo, la paradoja será imaginar cómo ese porcentaje ordena (¿somete?) al resto de la sociedad. Y el drama será si la población mestiza se suma, sin resistencia (¿cultural?) a ese porcentaje.
Picq dice que el objetivo estratégico no es sacar a Rafael Correa (según ella, el Presidente ecuatoriano ya está caído y no ejerce poder alguno, como consta en su cuenta de Facebook y que reproducen en el exterior sus seguidores y/o admiradores). El problema -para ella- es devolver los territorios a las poblaciones indígenas para el control efectivo de los recursos naturales. Y por eso, ella como otros dirigentes no solo de Ecuador, insisten que los gobiernos de izquierda de América Latina son solo extractivistas y enemigos de las poblaciones indígenas. ¿Será?
Si eso fuese así, si el objetivo político real va por ahí, les toca a la Conaie y a los ahora aliados (Lasso, Nebot, Noboa y Lucio) revisar todos sus discursos. Las enmiendas son entonces un vano, vacuo y secundario objetivo. Porque si mañana gana Lasso volverán sobre lo mismo y daremos vueltas en el propio terreno. Sin embargo, parece que la cosa no va por ahí, porque Picq y su romanticismo indígena no mira que, por ejemplo, en Macas se levantaron y violentaron porque exigen construir una carretera, no por el respeto a la naturaleza. Igual, las poblaciones indígenas de la Costa y de algunas zonas de la Sierra no están por territorios sino por mejores condiciones comerciales para acumular capital. ¿O acaso los indígenas dueños del equipo de fútbol Mushuc Runa piensan en renunciar al capitalismo financiero, que lo ejercen como cualquier otro banquero mestizo?
Parecería que Picq ‘da pensando’ a los indígenas, pero en realidad revela otros objetivos, no necesariamente de todos los dirigentes de la Conaie, sino de unas agendas mucho más radicales, porque si no, lo de las enmiendas (que si se archivan acabaría con la movilización) qué sentido tiene. Más bien parece que al fin la Conaie adquirió el estatus de actor político, en igualdad de condiciones, para disputar el poder, pero no necesariamente por las vías democráticas, sino por la de las acciones de hecho. La pregunta es: ¿para qué quiere ese poder, con quién lo va a ejercer y de qué modo eso conlleva una rearticulación del movimiento social?
Y ante todo esto, ¿qué responde Rafael Correa para que la paradoja (y de paso el drama) histórica de la plurinacionalidad no sea un pretexto y sí un debate político de fondo? (O)