Es común que, al final de un gobierno, las autoridades se apresuren a firmar contratos, expedir acuerdos, decretos y realizar nombramientos. El gobierno del presidente Correa no fue la excepción. A última hora, y a toda prisa, se tomó un gran número de decisiones que afectan al Gobierno entrante. Esto sucedió, por ejemplo, en el sector de la cultura. El ministro Aráuz emitió una serie de medidas que buscaban realizar en tres semanas lo que no se hizo en años.
Una de esas medidas fue la firma de un contrato -mediante adjudicación directa- con la empresa Star Group Ekos para la realización de la segunda edición del Festival de Artes Vivas de Loja. Contrato que asciende a más de $ 6’300.000, para dos años. La primera edición del festival tuvo una inversión de $ 1’425.000. Este contrato generó la renuncia del ministro Raúl Vallejo, dos subsecretarios de arte y creatividad, un coordinador financiero y un coordinador jurídico, quienes se negaron a firmarlo y, por el contrario, elaboraron informes negativos. También renunció el gerente del festival, Patricio Vallejo, pero para integrarse al equipo de Star Group. Para viabilizar su firma, el Presidente de la República emitió un decreto ejecutivo, con fecha 18 de mayo.
Este contrato implica que una empresa privada organizará y producirá el festival con dinero público. Y una vez más se lo hará de espaldas a los artistas y creadores.
Lamentablemente, el presidente Correa nunca entendió que los procesos culturales no son obras que se contratan y producen como un puente o una carretera. No es cierto que un grupo de ‘vanidosos’ artistas pretendan boicotear el festival, y menos oponerse a que se realice en Loja. No. Los procesos culturales responden a las necesidades y demandas de cada uno de los sectores. No a imposiciones y peor a copias de modelos extranjeros. Un festival no se afianza porque se invierten ingentes cantidades de dinero, si no porque se respeta su propia dinamia, su ritmo y sus contenidos. Un festival no es un evento. Y como bien dice el actor y director Javier Cevallos: “El festival sobrevivirá mientras haya presupuesto, y luego desaparecerá con la misma rapidez con la que apareció”.
El presidente Moreno ha dicho: “Nada de ustedes, sin ustedes”. Es decir, ninguna decisión, más aún de $ 6 millones, se debería tomar sin la participación del sector de artes escénicas. Y también el Presidente ha sido claro en la necesidad de la austeridad; $ 6 millones es todo el presupuesto de inversión de la Casa de la Cultura o del propio Ministerio de Cultura. Le corresponde al nuevo ministro de Cultura analizar el contrato y tomar decisiones. ¿O es que, dados los tiempos, simplemente queda acogerse a la política de los hechos consumados? Pero hay otras decisiones apresuradas del exministro Aráuz: llevar a Guayaquil el nuevo Instituto para el Fomento a las Artes y la Creatividad (Ifaic) -en donde estarán los fondos económicos para ejecución- y atarlo a la Universidad de las Artes, a pesar de que la propia Ley de Cultura dice que se deben conformar con el personal de las respectivas subsecretarías.
Y no solo eso, se suprime la Dirección de Bibliotecas, Museos y Archivos, a pesar de que aún no están listas las unidades operativas desconcentradas. Se ejecutó una reestructuración, al apuro, del propio Ministerio de Cultura y del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, cuyas autoridades, al estar en desacuerdo, también renunciaron. Y lo que es peor, se expide, a última hora, el Reglamento a la Ley de Cultura, elaborado en un escritorio y que no aclara, sino que confunde.
Así, en lugar de facilitar la gestión al nuevo Gobierno, la complicaron. Ahora le corresponde al ministro Raúl Pérez Torres desenredar tremenda y compleja madeja cultural. (O)