Sí, Gabriela Alemán tiene toda la razón cuando afirma que “bajo cada piedra aparece un nuevo festival o recital poético, que no paran de lanzarse nuevas editoriales independientes o que ya mismo aterrizan los marcianos en Quito. ¿Qué será?, pero hoy el día sabe más que los 16 dólares del barril de petróleo”.
Siempre serán malos tiempos para la lírica, como decía Brecht. Pero a más crisis, más poesía. No importa que no existan políticas públicas para el fomento de la lectura ni que no existan incentivos para la industria editorial, nuevas propuestas nacen cada día. Nuevos libros circulan en espacios alternativos. Editorial Turbina, por ejemplo, colocó su primer libro –una selección de trece autores, con poemas de antiamor, desamor y amor- en los kioscos junto a los dulces, los tabacos y caramelos. No importa que las grandes cadenas de librerías se nieguen a adquirir los libros de autores nacionales, y cuando los reciben –a consignación- los coloquen en el último rincón, donde nadie los ve. No importa, continúan circulando libros de poesía.
El Ángel Editor acaba de publicar 11 libros de poesía que serán presentados en la octava edición del Festival Paralelo Cero, en el que participarán más de 50 poetas de Ecuador y otros 11 países en 10 ciudades. Entre los títulos de autores nacionales vale la pena destacar una antología de poesía de Miguel Donoso Pareja, realizada por su hijo Miguel Donoso Gutiérrez; y otra de Fernando Cazón Vera.
No bien termina el Festival de Quito, “Lectura de un Kaníbal urbano”, y ya se inicia Paralelo Cero. No importa que no existan –o tarden en llegar- los recursos económicos, igual a fuerza de terquedad, entusiasmo y apoyos locales y puntuales, el festival se hace. Lo mismo que sucede con el festival Encuentros de otro cine, EDOC, que con apoyo ciudadano –a través de crowdfunding- se inaugurará el próximo 18 de mayo. El festival va, con apoyo o sin apoyo oficial.
No hay semana en que no se publique un nuevo título de poesía, ya sea de un nuevo autor o de los reconocidos. Caracola publicó hace poco una nueva recopilación de la obra poética de Iván Carvajal. La Casa de la Cultura Ecuatoriana pese a su precaria situación económica –con un recorte de más de medio millón de dólares para 2016- continúa con sus colecciones de poesía; eso sí, muy mal distribuidas.
Eskeletra Editorial acaba de cumplir 25 años de gestión editorial, aunque a saltos y brincos. Y para celebrarlo –como Dios ordena- pondrá en circulación su Revista, editada por Huilo Ruales. Línea Imaginaria nos sorprende cada cierto tiempo con un buen poemario. El gobierno de Pichincha mantiene su concurso literario, de poesía y narrativa, que siempre nos dejan excelentes libros, en un formato amigable y amorosamente editados por el poeta Antonio Correa.
La Campaña de lectura Eugenio Espejo –dirigida por Iván Egüez- es incansable en la publicación de libros, sobre todo de narrativa. Cada mes al menos un libro y dos revistas, Rocinante, de libros; y ahora Babieca, de cine. Fakir Editores lleva ya cuatro títulos, el más reciente es una novela que circula por vez primera en Ecuador, “Los que siembran el viento,” de Leonardo Páez, que relata el episodio provocado por la adaptación de “La guerra de dos mundos” que el propio Páez realizó en Radio Quito, allá por 1949.
En Guayaquil hay que destacar, sin duda, el trabajo de Fondo Animal Editores –dirigido por el poeta y ahora narrador Ernesto Carrión.- Ediciones cuidadas y atractivas. Y en Cuenca acaba de aparecer “Grandes textos líricos,” una recopilación de la obra poética de Efraín Jara Idrovo, quizá el poeta vivo más importante del país.
Sí, no hay duda; a más crisis, más poesía. (O)
