Por invitación de un buen amigo, líder agropecuario y empresario agrícola de la provincia de Esmeraldas, don Jacob Saavedra, tuve la oportunidad de volver a recorrer la ciudad de Esmeraldas y sus alrededores, volver a observar sus potencialidades y soñar con lo grande que puede ser.
El amanecer me sorprende con un verdor y fertilidad de los campos impresionantes, ríos caudalosos, letreros que mencionan la compra de productos agropecuarios, cacao, maíz, maracuyá..., luego, sobre el lado derecho del vehículo, un alegre, pacífico y ancho río me dice que estamos entrando en la ciudad capital. Río que tiene la misma personalidad de los hombres y mujeres de Esmeraldas, alegres, pacíficos y de ancho corazón.
Desde su gastronomía pintoresca, la picardía con que la anuncian, el delicioso sabor, mezcla de mar y campo, no se puede pasar por Esmeraldas sin probar un ‘tapao’ y luego de bromear con la gente escuchar un ¡ veaaa! Grandes y nuevas avenidas y carreteras me llevan a recorrer el renovado sector de Las Palmas, que ahora es sitio de esparcimiento y cultura. Todo este renovado desarrollo me hace ver la enorme potencialidad de esta provincia en turismo.
El esmeraldeño debe reorientar su capacidad empresarial nata y pensar en grande, analizar lo arriba expuesto y volverse la provincia de importancia que merece ser. Al esmeraldeño solo basta un minuto para entablar amistad sincera y noble. El corazón del esmeraldeño debe volver a enardecer para llevar a su provincia y a Ecuador más allá de lo imaginado. (O)
Pedro Pablo Jijón Ochoa