A menudo, se piensa que la política es abstracta, que tiene que ver con procesos macrosociales que poco nos incumben. Los que, si queremos, no nos tocan, o lo hacen solo tangencialmente.
Pero no es así. La política te cambia la vida. Veamos, si no, lo que ocurre hoy en la Argentina, con el paso de un gobierno popular a uno de derecha.
Lo dicen voceros allegados al Gobierno: para ellos es “una ficción” que sectores de clase media o más pobres hayan podido acceder a buenos celulares, o a pasar vacaciones en algún sitio turístico. Antes podían hacerlo, pero ahora ya no. Según el nuevo gobierno es culpa del anterior, porque “dejaron mal el país”. Pero por muchos años se pudo lograr buenos consumos populares que ahora han desaparecido de golpe, incluso haciendo sentir culpa a quienes los tuvieron, acusados de haber practicado “gasto ilusorio”, supuestamente irresponsable. Realmente patético.
También hay que pasar frío en invierno ante el brutal aumento de tarifas del gas, o soportar apagones en amplios espacios de la Capital Federal, que acompañan un monumental tarifazo sobre la energía eléctrica.
Pero además, avanzan modalidades sutiles de amordazamiento de la palabra diferente. El presidente llama a diversos medios de comunicación para entrevistarlo, pero son todos afines a su gobierno; no se invita a uno solo de los medios críticos, que ya de por sí son pocos (y en algunos casos han sido hostigados). Macri se enoja con Tinelli -el conocido showman- porque este hace una sátira de su persona, como la ha hecho con la de todos los presidentes anteriores; ello implica una muestra pública de intolerancia, mientras se habla de tolerancia todo el tiempo.
Ahora parece que se quiere un retorno a la flexibilización laboral, que ya hizo estragos en los años noventa sobre los derechos de los trabajadores. Un incalificable funcionario gubernativo dice que “la gente está bien para trabajar a los 80 años”, amenazando así terminar con la actual edad jubilatoria. Y aparece un sinuoso convenio entre dos reparticiones del mismo gobierno, que permite al área de Comunicación usar los datos que los ciudadanos han declarado a efectos jubilatorios. Esto puede usarse para fines propagandísticos, y no solo para ellos.
En estos días, se ha acusado al gobierno de disponer de “trolls”, es decir, de un grupo de personas pagas que estaría dedicado a atacar opositores por las redes sociales, sostenido desde la administración. Ya se ha atacado a actores, políticos y sindicalistas opositores por esa vía, y fue Tinelli quien más sintió sus rigores, así como quien hizo una acusación más ruidosa al respecto.
No sabemos si puede calificarse al actual como “Estado policial”, tal cual lo ha proclamado la expresidenta. Pero no cabe dudas que son preocupantes los rasgos que aparecen en el presente del país rioplatense, que es hoy “cabeza de playa” de lo que la derecha proestadounidense piensa imponer también en otras áreas del continente, cambiando así severamente las condiciones de vida de la población. (O)