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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Iowa

29 de enero de 2016

En tres días comienzan las primarias en Iowa por la carrera hacia la presidencia de Estados Unidos. Del resultado de estas primarias saldrán los candidatos por los partidos Demócrata y Republicano en las elecciones generales. Y aunque desde lejos no parezca, hay mucha más minucia que Hillary Clinton y Donald Trump. Comenzando por la estructura misma del sistema electoral y las decisiones estratégicas que se toman en torno a esta estructura, hasta la influencia que tienen pequeñas circunscripciones políticas en el impulso que toman los candidatos para ser nominados, las primarias en Iowa moldean mucho el futuro de estas elecciones.

El sistema de colegios electores de Estados Unidos es confuso, complejo, hay un punto donde se vuele hasta ilógico, pero también prioriza lo local, aunque muchos dicen que sobre-prioriza lo local. Los candidatos van por cada uno de los estados, buscando la nominación de los delegados quienes, a su vez, proponen, por lo general (y esto depende de cada estado), al candidato más votado para la nominación de cada partido. Dependiendo de la población, cada estado tendrá más o menos delegados que se cuentan en la decisión final.

El peso de los delegados de Iowa (y de New Hampshire, que vota el 9 de febrero) en el conteo final es bajo, pero su importancia mediática y el impulso que le da a los candidatos ganadores es un factor determinante para el resto de la carrera. Lo increíble de este año son los candidatos que encabezan las encuestas.

Por el lado demócrata, y muy a pesar de que Hillary Clinton tenía, hace un año, la carrera electoral más fácil de su historia (según los analistas entonces), se ha visto sorprendida por el candidato que nadie pensaba que podría ser un contrincante serio: Bernie Sanders. Sanders es un senador autoproclamado ‘socialista demócrata’ de Vermont, que está peleando cabeza a cabeza con Hillary en Iowa, y que lleva 10 puntos a Clinton en New Hampshire. Clinton es la representación viva del establishment. Tenía desde el comienzo más dinero, era más conocida, y más respaldo desde el establishment que Sanders. Pero Sanders viene con una plataforma más radical a la de Clinton, quien ofrece lo que se puede esperar de cualquier demócrata (más impuestos a los ricos, más acceso a universidades, salud pública, etc.), pero que tiene como bagaje millones de dólares en donaciones de campaña de Wall Street. Sanders ha ofrecido subir el salario mínimo, educación superior gratuita, salud pública universal, y desarticular a los grandes bancos. En realidad, es un socialdemócrata, y uno bastante moderado, pero en el espectro político estadounidense está muy a la izquierda de Hillary. Por otra parte, ha sido criticado por su posición frente a la compra y portación de armas, algo a lo que Hillary se opone y que muchos americanos buscan regular.

Los republicanos están entre “una roca y un lugar duro”, como sugiere Carlos Hernández-Echevarría, de la Sexta (España) y bloguero sobre política americana. Es que tienen por un lado a un “populista e ignorante” como Donald Trump, y por otro, a un “radical, demagogo y fundamentalista” como Ted Cruz, descripciones a las cuales me suscribo. Estas dos figuras están luchando por la nominación de Iowa porque hay un hartazgo colectivo de todo aquello que recuerde a la política de siempre, a la ‘vieja partidocracia’ que le llamamos. Candidatos que ofrecen mano dura a la migración, bajar impuestos (especialmente a los más ricos) y reducir el tamaño del Estado. Y lo hacen despojándose de cualquier rasgo de correctismo político.

En eso están las primarias: un electorado indeciso entre los outsiders y los conocidos, todos un poco hartos de promesas incumplidas. A ver qué pasa. (O)

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