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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Blues de las burguesías sureñas

13 de mayo de 2016

Situación insólita en Brasil. Por fin se suspendió a Cunha, el gran agitador que impulsó el impeachment contra Dilma, hombre salpicado por cuantiosas denuncias de corrupción. Ello permitió asumir en diputados a un nuevo conductor de dicha Cámara quien, en un acto de suma audacia y a la vez probablemente de estricta y minuciosa justicia, resolvió anular la votación de esa Cámara de Diputados contra la presidenta, y así dejar sin efecto la votación que el Senado venía y viene preparando, cuyo resultado es bastante esperable. Tras la sorpresa, la derecha brasileña no tardó en reaccionar.

La Bolsa cayó estrepitosamente en ese país, como muestra de que el gran empresariado tiene todas sus fichas jugadas a la caída de Dilma, y que calcula que con otro gobierno sus negocios se verán más libres de realizarse a su antojo. Y, vaya nueva sorpresa, el presidente de la Cámara... ¡de pronto se desdijo! No sabemos -pero podemos imaginar- las presiones que ha de haber sufrido para tan antinatural y súbito cambio de opinión. Y, según parece, todo ha vuelto así al cauce y repertorio conocidos, en favor del proceso de juicio político contra la presidenta constitucional.

En Venezuela, nunca la derecha permitió que sus presidentes fueran destituidos, aun luego de estallidos sociales monumentales. Chávez impulsó como normativa constitucional la posibilidad de revocación de mandato, sin dudas un ejercicio democrático; la derecha lo usó luego contra el mismo Chávez (sin reconocerle su mérito), pero perdió. Ahora junta firmas para forzar una votación contra Maduro, y tiene genuinas posibilidades de ganar. En eso está para estas fechas, además de continuar la estrategia de golpe blando con ‘calentar la calle’.

El macrismo, en Argentina, busca que se olviden sus desastrosas medidas económicas con mostrar real o supuesta corrupción del gobierno anterior. Así ha usado por TV hasta la náusea y saciedad el caso de Lázaro Báez, un módico empresario ligado al gobierno kirchnerista. Lo singular del caso es que se ha mostrado, luego de todo esto...que Báez es socio de Calcaterra, hombre ligado directamente a Macri. También en Argentina hay sorpresas. Pero allí los medios logran silenciar muchas de ellas.

Aunque es menos probable que se pueda ocultar el pedido hecho el martes por la justicia, para que desde diversos países remitan información fidedigna sobre las cuentas del presidente y sus movimientos. Ello, dentro de la causa en que se ventila la aparición de empresas offshore con participación de Mauricio Macri, según lo denunciado con el escándalo internacional de los ‘Panama Papers’.

Ante esto, la burda complicidad mediática argentina con el nuevo gobierno quizá se vea comprometida pues, como en Brasil y Venezuela, la derecha pasa por un buen momento, pero nadie tiene las batallas ganadas de antemano, y menos aún para siempre. (O)

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